Día 19: En Ropa Formal

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Hoy era un día muy especial y todos lo sabían, las ansias porque ese momento por fin llegara se palpaban en el aire. Era pleno mediodía pisando la tarde, y un grupo de nueve personas daba vueltas a lo largo y ancho del restaurante cuyo dueño era uno de ellos. Ninguno debía hacer algo más allá de esperar, pero los nervios los carcomían, y cómo no hacerlo, si esa misma tarde se realizaría la boda de sus amigos: Piper y Rico. Absolutamente todos estaban invitados y nadie quería perderse ese evento, por lo que la emoción llenaba el ambiente. Se habían reunido los tres tríos en aquel punto para facilitar su llegada en la camioneta de Bull.

—¡Por todos los cielos, faltan quince minutos para que cierren las puertas de la iglesia!, ¡¿qué tanto está haciendo Colt?! —Amber se quejó al borde del colapso por la interminable espera. A su lado, Primo y Poco intentaban tranquilizarla sin mucho éxito.

—Él siempre se toma su tiempo para arreglarse, no podría apresurarse un segundo ni aunque fuera su propia boda. —Shelly suspiró resignada en uno de los sillones junto a Spike. Inmediatamente después de llegar, el pelirrojo se encerró en el baño sin dejar que nadie lo viera porque según él: "aún no estaba listo".

—¡Bull, ve y dile a tu novio que se apure o iremos todos a traerlo por las malas! —Bibi gritó impaciente, Crow le hizo algunas señas para que no hiciera tanto escándalo, pero fue ignorado.

—Si alguien lo traerá por las malas, seré yo. Suban a la camioneta y espérenme ahí. —Les ordenó Bull, ya harto de todas esas quejas, no sin antes darle una mirada fulminante a su prima, quien acató al igual que el resto entre refunfuños. El pelinegro caminó hasta el baño y alzó su voz para poder ser escuchado a través de la puerta. —¿Colt?, se nos hace tarde, ¿te falta much...?

No llegó a terminar la pregunta cuando el contrario abrió y le presentó una imagen que lo dejó sin palabras. Lucía un bello traje negro opaco, con un chaleco azul marino como toque de color, junto a su corbata y pañuelo en el bolsillo que iban a juego. Sus hebras rojizas caían a los costados de su rostro peinadas hacia atrás con abundante gel, se veía descomunal, no podía apartar la mirada.

—¡Lo siento mucho! Hoy mi cabello no quería cooperar. ¡Vamos! —Se disculpó nervioso con la cabeza gacha yendo directo a la salida, pero un agarre en su brazo se lo impidió.

—No tan rápido, déjame verte... —Bull lo sostuvo por la espalda y lo pegó a él para analizarlo con más detalle, sintió de cerca aquel fino perfume que terminaba por coronar su inigualable belleza. —¿Es cosa mía o cada día te ves más radiante? —El pelirrojo sonrió complacido por esas palabras.

—¿De qué hablas? ¿Ya te viste al espejo? Vas a robarte todas las miradas... —Colt también se tomó un momento para observarlo detenidamente; como era de esperarse, el traje del más alto se ceñía a su fornido cuerpo, estirando la tela y marcando su despampanante figura. No llevaba chaleco, pero en su lugar se lucía una curiosa corbata escarlata.

—Ya me robé la única que me interesa... —El más bajo quedó embobado ante su penetrante mirada, sonrió y rodeó al contrario por el cuello, sus labios se rozaron, indiferentes del tiempo y del lugar, sin poder evitar ser cuativados por la atrapante esencia del otro.

—¡Continúen su escena romántica en la iglesia, andando! —Shelly apareció por el final de pasillo y reventó su burbuja íntima de un grito, ordenándoles que se apresuraran y ellos, muy a regañadientes, corrieron hasta el automóvil tomados de las manos.

Después de un caótico viaje lleno de conversaciones estruendosas y risas nerviosas, por fin llegaron al imperioso lugar, donde fueron recibidos por Brock quien esperaba a los invitados en la entrada, vistiendo un espléndido traje azul.

—¡Ahí están! ¡Creí que nunca llegarían! Rápido, la ceremonia comienza en cinco minutos. —El moreno los saludó a todos y les mostró el camino hasta la recepción, indicando cuáles serían sus asientos.

Tras una corta espera, la música de bienvenida comenzó a sonar. Por la entrada a la iglesia, todos vieron a Piper ingresar con un hermoso vestido y velo blancos, que intentaban esconder sin éxito su inmensa expresión de felicidad. En el otro extremo la esperaba Rico, quien a penas podía contener las lágrimas. Cuando por fin estuvieron juntos, se tomaron de las manos dulcemente y aguantando la gran emoción de sus corazones, dejaron que Byron comenzara a leer su discurso para formalizar la unión.

Durante el conteo de los votos, Colt miró a Bull por el rabillo de ojo sin que éste se diera cuenta. Seguía embelesado con su impoluto atractivo, el cual era resaltado por aquel ajustado traje y su cabello peinado hacia atrás en una coleta. Se veía magnífico, pero más allá del físico, una sensación particular se alojó en su vientre al escuchar el monólogo narrado de fondo.

"Juro amarte, cuidarte y atesorarte hasta el último de mis días, aunque me resulta poco una vida para intentar demostrarte todo lo que siento por ti".

El pelinegro sintió una mirada indiscreta sobre él, y volteó a ver a Colt disimuladamente. Hicieron contacto visual al instante y ninguno reculó, no dijeron nada, pero tampoco era necesario, las palabras leídas por la pareja parecían casi revelar en voz alta sus propios pensamientos.

"Juro dar mi vida con tal de preservar la tuya, pues para mi, nada vale más en este mundo que el dulce brillo de esa sonrisa que me obsequias cada día".

Lentamente, entrelazaron sus dedos sin romper la conexión de sus miradas, ambos podían entender sin un ápice de duda todas esas promesas, y con tan solo verse a los ojos, era como si fueran capaces de reproducirlas; sin palabras, sin acciones, lo único que necesitaban era estar juntos para darse cuenta de lo que sentían y lo que él otro quería hacerle sentir. Una amplia sonrisa se marcó en sus rostros, aferraron sus manos fuertemente, a la vez que el monólogo de Byron concluía, y la unión de esas dos almas culminó con un magnífico beso. Todos se levantaron entre aplausos y vitores de festejo, la felicidad estaba en cada esquina, en cada corazón, y quizá no sería solo aquella pareja protagonista de la boda la que uniría aun más su relación ese día.

Antes de comenzar los preparativos para dirigirse al salón donde se realizaría la fiesta post compromiso, Piper mandó a llamar a todas las solteras invitadas para que se reunieran a llevar a cabo el típico ritual de arrojar el ramo de flores; quien lo atrapase, sería la siguiente en casarse. Varias muchachas formaron una agrupación en medio del pasillo de entrada, ansiosas por ver quién se llevaría los honores. Colt y Bull, aún tomados de la mano, se acercaron a la escena curiosos. Con una sonrisa encantadora, Piper se colocó de espaldas a las chicas y habilmente lanzó su ramo de rosas blancas hacia atrás, algunos gritos de entusiasmo se oyeron cuando la ganadora se mostró entre las demás. El pelirrojo sonrió sorprendido al ver a su compañera de cabellos morados, quien lucía un bello vestido del mismo color, caminando en dirección a ellos dos con expresión de victoria.

—¡Vaya atrapada!, felicidades amiga, supongo que eres la siguiente en la lista, ¿me dejarás ser el padrino, verdad? —Comentó Colt risueño, quien soltó su agarre para mirarla con los brazos sobre la cintura en forma de reproche, Bull reposó una mano en su espalda baja para mantener al menos un mínimo contacto.

—Quizá lo haga, pero me temo que aún no es mi momento. —Aquello los confundió a ambos, y lo hizo aún más cuando la muchacha le tendió el ramo de flores al sheriff para que lo tomara. —De hecho, creo que es el de ustedes. —Shelly les guiñó un ojo junto a una pícara sonrisa, ninguno sabía cómo responder a ello. Estupefacto y con las mejillas rojas, Colt volteó a ver a su pareja con el ramo en brazos, entonces volvieron a unir sus miradas, y dijeron todo lo que necesitaban saber.

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30 Days (BullxColt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora