Día 13: Comiendo Helado

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Una aplastante ola de calor azotaba aquel día, anunciando el inicio del verano. En la zona cerca del desierto, donde se hallaba la comisaría, no había árboles o vegetación qué nivelaran el ambiente, y para colmo, su oficina sólo contaba con un añoso ventilador de techo que no mostraba diferencia estando encendido o apagado.

—Santo cielo, ¿cómo puede hacer tanto calor?, no estoy seguro de dónde estaremos peor, si afuera o aquí dentro. —El sheriff se quejaba del asfixiante clima mientras se abanicaba con unos documentos.

—Ya deja de quejarte, mueres de calor porque estas empecinado en siempre traer el mismo "uniforme" al trabajo, nadie te dirá nada por usar una camiseta en un día como hoy. —Su compañera, desde su escritorio, lo miraba condescendiente, acalorada también pero en menor medida, pues ella traía puesta una camiseta sin mangas y una calza ligera que la hacían sudar menos.

—El reglamento es el reglamento, uno de los tres debe acatarlo. —Respondió Colt desafiante, mirando en dirección a Spike quien reposaba silencioso en una esquina únicamente con sus pantaloncillos puestos.

—¿Entonces quitarte el chaleco y abrirte la camisa no es contra las reglas? —Lo interrogó levantando una ceja.

—Si hay alguna emergencia sólo me arreglaré y ya. —Sentenció queriendo dar por finalizada la conversación, no tenía muchos ánimos de hablar cuando sentía como su pesada ropa le incomodaba por el sudor y algunos mechones de su pelo se le pegaban a la frente. Aún irritado y de mal humor, el sonido de un tubo de escape aparcar fuera lo distrajo un segundo de su pesar, tragó seco al ver a Bull entrar a la oficina vistiendo una musculosa negra y unas bermudas deportivas, le fascinaba ver cuando utilizaba ropa que dejaba en evidencia sus años de esfuerzo físico.

—Buenas tardes, Morada, Bombón, Picos. —Los saludó a los tres llamándolos por apodos junto a una media sonrisa, después de todo no había perdido su costumbre de ir durante su horario laboral para molestarlos. Shelly y Spike devolvieron el saludo con naturalidad, mientras que el último restante lo perforada con una mirada acusatoria por haberlo llamado de esa forma delante sus compañeros, quienes tampoco le dieron mucho interés. —Vengo a traerles su salvación.

El muchacho alzó una bolsa plástica que no habían notado que traía consigo, metió su mano y de la misma sacó una colorida caja rectangular algo traspirada, ¿acaso podría ser...?

—¡Helado! —Anunció la muchacha emocionada ante el descubrimiento, amaba el helado de palito con todo su ser, y no había otra cosa que deseara tener más en ese preciso momento.

—Así es. Sabía que estarían cocinándose en esta caja de madera, esto deberá ayudar en algo al menos. —Abrió la caja y comenzó a repartir un helado a cada presente. Shelly tomó uno de uva con ansias y al instante de remover el paquete le dio una gran mordida.

—Bull, ¿alguna vez te he dicho que eres como un hermano para mi? Darte las gracias no sería suficiente. —La pelimorada se llevó la mano al rostro con una sonrisa complacida, el otro par de muchachos rieron ante su exagerada respuesta.

—No te preocupes, ya necesitaré que me hagan un favor. —El más alto dejó el paquete en custodia de la chica y se recargó en el escritorio del sheriff mientras tomaba una paleta también, sabor fresa.

—Shelly sería capaz de perdonarte cualquier cosa a cambio de helado. —El pelirrojo retiró el paquete de su paleta de durazno y le dio un par de lamidas, al instante la frescura invadió su boca y poco a poco su cuerpo se fue aclimatando, al final aquellos helados si habían sido su salvación.

—¡Oye!, eso es parcialmente mentira, te costarían unas cuántas cajas conseguir mi perdón. —Lo apuntó con el palito ya limpio antes de tomar otro al igual que Spike, quien intentó tomar la misma que ella. —¡Ey!, estas son mías, escoje otra. —El cactus viviente no aceptó ese rechazo, por lo que intentó tomar la paleta de su mano a la fuerza, comenzando un inocente forcejeo entre ambos.

Colt los miraba con diversión, era impresionante como una pequeña caja de helados había cambiado por completo el aura del lugar, todo gracias a la iniciativa del pelinegro. Alzó su mirada, encontrándose unos ojos curiosos que lo observaban detenidamente mientras lamía su paleta. Se sorprendió un poco por aquella vigilancia repentina, pero aprovechando que sus otros dos compañeros estaban ocupados sin prestarles atención, decidió entablar una conversación con él.

—Creí que tenías que trabajar hoy. —Le sostuvo la mirada sin detener su tarea.

—Ah... Si, pero debido al calor no hay mucha gente. Lo del helado fue una buena excusa para venir a verte. —Bull parecía un poco distraído, pero aún así sus palabras la causaron ternura, ya podría considerarse un deporte olímpico el que ambos buscaran excusas absurdas para verse durante el día.

—¿Ooh...? Bueno, de igual forma agradezco que lo hayas traído, lo necesitaba, esta ropa pesada estaba comenzando a desquuciarme. —Colt reposó la paleta en sus labios mientras abanicaba el cuello abierto de su camisa con tal de refrescarse un poco, sus movimientos no pasaron desapercibidos por el contrario, quien mordió de forms tensa su helado, estaba presenciando una muy buena imagen.

El pelirrojo rápidamente se dio cuenta del trasfondo en su mirada debido a la expresión embobada con la que veía detenidamente su boca. Sonrió de lado y se propuso divertirse un poco en medio de esa situación especial. Con la punta de su lengua, recorrió desde la base del helado hasta la punta, la cual apoyó en sus labios, para comenzar a introducirlo en su boca lentamente. El pelinegro, quien ya había terminado su propia paleta, dejó el palillo a un lado para concentrarse de lleno en los movimientos de su compañero. Sin desprender sus ojos de él, terminó cubriendo toda la extensión del helado con su boca, sin dejar más que el palillo fuera; una vez hecho esto, repentinamente lo retiró, mostrando el postre helado húmedo y a medio derretir por el calor de su saliva.

Bull mordió su labio inferior sutilmente, no podía desprender su mirada de aquel espectáculo. El pelirrojo continuó recorriendo toda la longitud de la paleta con su lengua, provocándolo con movimientos lascivos y de doble sentido, incluso algunos ruidos de succión llegaron a sonar demasiado obscenos a sus oídos. No estaba bien, Colt buscaba tentarlo a toda costa y obviamente le estaba funcionando, pero no era el momento ni el lugar, ni siquiera estaban a solas, y pronto la excitación del azabache comenzaría a hacerse evidente.

—¿Te sientes bien Bull...? Te ves algo mareado, puede que tengas un golpe de calor... —Comentó en un susurro el más bajo, sonriendo con sus labios brillantes por el dulce del helado y, para coronar aquel show que le estaba dando, suave y amorosamente enterró sus dientes en la ya derretida punta de la paleta. Ante esto, el contrario apretó su mandíbula y salió de encima del escritorio, nervioso.

—Bueno... Es mejor que ya me retire, quizá me necesiten allá, nos vemos. —Se justificó inquieto y salió a toda prisa de la comisaría, no podía permitir que los otros dos se percataran de su terrible dilema a causa del pelirrojo.

La muchacha, quien tenía algunas púas en su cabello, lo miró irse confundida junto a Spike quien comía una paleta de fresa sobre su escritorio.

—¿Huh? Qué extraño, suele quedarse horas aquí con tal de estar contigo. ¿Lo sabremos incomodado? —Señaló algo preocupada, si llegaba a ser que lo habían molestado ya no tendrían quien les obsequiara y trajera helado.

—Tranquila, no es eso, seguramente tenía un asunto urgente que atender. —Aclaró con una sonrisa risueña, relamiendo lo poco que quedaba de sabor a durazno en el palillo del helado. Si el pelinegro tenía ese tipo de reacciones unicamente con un preludio de lo que sería capaz de hacer, lo embriagaba la curiosidad por saber cómo reaccionaría cuando lo que tenga delante no sea un helado.

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30 Days (BullxColt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora