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La puerta daba a un pequeño almacén, cuyas paredes desnudas tenían la pintura desconchada. Había cajas de cartón amontonadas por todas partes, los contenidos identificados con garabatos hechos con rotulador. "Narrativa", "Poesía", "cocina", "Interés local", "novela rosa"
-El apartamento está pasando por ahí.
Clary se encaminó a la puerta que su hermana había señalado, en el extremo opuesto de la habitación.
Troya la sujetó del brazo.
-Quédate quieta - Clary se zafó bruscamente de tu agarre.
Jace se abrió paso por entre los montones de cajas, y silbó. Troya se acercó a él con cuidado.
-Está oscuro. -El rubio le dijo a la chica cuando la vio caminar hacia él.
-No me había dado cuenta. - Troya logró decir al detenerse a un lado del muchacho.
Flameó una luz, bañando la habitación en un brillante resplandor.
-¿No pudiste sacarla mientras caminaba? - La pelinegra le reclamó a Jace cuando vio como tenía la mano arriba, la luz escapaba entre los huecos de sus dedos. -¿O acaso la luz mágica solo sirve cuando no la necesitan? - se cruzó de brazos y lo miró con una sonrisa.
-Deja de quejarte y mira hacia arriba. - Jace le levantó la mandíbula con delicadeza mostrándole lo que la había hecho ir a él.
Al principio ella pensó que le indicaba lo que parecían un par de apliques ornamentales, pero a medida de que los ojos se le ajustaban, comprendió que en realidad eran aros de metal sujetos a cortas cadenas, cuyos extremos estaban incrustados en la pared.
-¿Son esas...? - Clary se acercó a ellos.
-Esposas. - dijo Simon abriéndose paso por entre las cajas detrás de la pelirroja. -Eso es ah
-Di pervertido y te pateare el trasero Lewis. -Troya le advirtió con seriedad. -Es de Luke de quien hablamos.
Jace soltó la mandíbula de la chica y alzó el brazo, pasó la mano por el interior de uno de los aros de metal. Cuando la bajó los dedos estaban manchados de un polvillo marrón rojizo.
-Mierda. - Troya se quejó. - Oh doble mierda. - Suspiró cuando vio la pared justo alrededor de donde estaban hundidas las cadenas; el yeso parecía sobresalir.
Se separó de los chicos y atravesó la puerta que daba al apartamento.
Troya agradeció silenciosamente que no estuviera cerrada con llave. La puerta conducía a la salita de Luke. Aparte de los cientos de libros de la tienda misma, había cientos más en el apartamento. Las estanterías se alzaban hasta el techo, los tomos en ellas colocados en doble fila, una hilera bloqueando la otra. La mayoría eran de poesía y narrativa, con mucha fantasía y misterio incluidos. Troya recordaba haber leído toda la saga de Harry Potter allí, enroscada en el asiento empotrado bajo la ventana de Luke mientras el sol se ponía sobre el East River.