Troya miró a su alrededor con desesperación. Sus ojos se posaron en el biombo de palisandro.
-Simon. - Llamó al muchacho que se movía nerviosamente por la habitación. -detrás del biombo. - Les ordenó. Clary la miró con duda, no confiaba en que no los vieran ahí. -Ahora.- Señaló y tomó la mano de Jace para hacer lo mismo.
Apenas se deslizaron detrás del biombo, Troya escuchó como la puerta se abría de par en par, y el sonido de personas que entraban en la oficina de Luke..., luego voces. Tres hombres que hablaban. Miró a los dos adolescentes, estaban realmente pálidos, y luego a Jace, que había alzado su estela y movía la punta ligeramente, dibujando una especie de figura cuadrada, sobre la parte posterior del biombo. Mientras Troya observaba fijamente, el cuadro se tornó transparente, como una hoja de cristal. Oyó tomar aire a Simon, un sonido diminuto, apenas audible, Y jace sacudió la cabeza mirándonos, mientras articulaba en silencio "Nosotros podemos verlos, pero ellos a nosotros no"
Troya se acercó a Jace y miraron por el borde cuadrado, consciente de la respiración de Clary sobre sus nuca. Veía la habitación del otro lado perfectamente: las estanterías, la bolsa de lona tirada sobre el escritorio...y a Luke, con aspecto desaliñado y ligeramente encorvado, con las gafas colocadas en lo alto de su cabeza, de pie cerca de la puerta. Resultaba aterrador incluso aunque él no podía verla, que la ventana que Jace había creado era como el cristal de una sala de interrogatorios de la policía; estrictamente de una sola dirección.
Luke movió la cabeza, mirando a través de la entrada.
-Si claro, pueden echar un vistazo. - dijo, el tono de voz profundamente cargada de sarcasmo. - Son muy amables al mostrar interés.
Una risita sorda surgió de la esquina de la oficina. Con un impaciente movimiento de muñeca, Jace dio un golpecito al marco de su ventana y la amplió, mostrando más parte de la habitación. Había dos hombres con Luke, ambos con largas túnicas rojas, las capuchas echadas hacia atrás. Uno era delgado, con un elegante bigote gris y barba puntiaguda. Cuando sonrió, mostró unos dientes cegadoramente blancos. El otro era corpulento, fornido como un luchador, con cabellos rojos muy cortos. Su piel era morado oscuro y parecía brillar sobre los pómulos, como si la hubiesen tensado demasiado.
-Ugh ¿Esos son brujos? - Musitó troya en voz baja
Jace no le respondió. Se había quedado totalmente rígido, tieso como una barra de hierro. La pelinegra estiró un poco la mano y le acarició la espalda con delicadeza. Había algo en aquellos hombres, en sus gruesas capas del color de la sangre arterial, que le resultaba aterrador.
-Considera esto un seguimiento amistoso Graymark. -dijo el hombre de bigote gris.
Su risa mostró dientes tan afilados que parecía como si los hubieran limado hasta convertirlos en puntas antropófagos.
