3. Obsequio

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Shannon — Capitulo 3

Existen muchas formas para demostrar afecto.

Hay personas obsesionadas con los abrazos. Otras dan regalos. Otras prefieren el tiempo de calidad.

A Luz de gusta compartir cosas.

4 años atrás

Hoy llegó tarde a la escuela.

Subo las escaleras que llevan a mi salón corriendo como alma que lleva al diablo.

Dios, tenía tanto sueño.

Giro bruscamente hacia la derecha y por fin llegó a clase.

Para mí sorpresa la profesora aún no ha llegado. Suspiro de alivio.
Este día no está llendo tan mal como creí que sería.

Entro al salón intentando controlar mi respiración. Si sigo así, hasta podría ganar un maratón.

A lo lejos, una mano se levanta. Es Luz. Está agitando el brazo frenéticamente.

¡Por aquí, te guarde un espacio! —Dice para después quitar su mochila de lentejuelas verde.

Sonrío. Compartimos el mismo color favorito.

Dejo mi mochila en el suelo y me siento en el lugar que me dejó Luz.

Me gusta tu mochila. —Le digo. Es muy bonita.

¡Gracias! —Dice y pone la mochila sobre sus rodillas— Te traje algo.

Presto atención a lo que saca de su mochila.

Es una caja pequeña con dos aretes en forma de hojas de árbol.

El otro día salí con mi mamá y me compro estos aretes —Dice abriendo la cajita para sacarlos—. Pensé que quizás te gustaría compartirlos.

Paso mi mirada de los aretes a Luz. No puedo evitar sonreír.

Esta bien. —Digo y veo como se le ilumina el rostro.

Me da uno y me lo pongo. Ella hace lo mismo.

¡Ahora tenemos más cosas de mejores amigas! —Dice emocionada.

Mejores amigas...

Si. Creo que podemos ser amigas.

[…]

—¡Shanny! —Grita Luz desde alguna parte— ¿Has visto mi arete?

—¿Cuál arete? —Grito de vuelta.

—¡El de hojita!

Se me cae el alma al suelo.

Salgo de mi cuarto y voy hacia donde está Luz. Está agachada en el suelo buscando entre su ropa.

—No me digas que lo perdiste. —Me recargo en la pared.

Luz me mira como si fuera una niña pequeña a la que se le cayó su paleta al suelo.

Me llevo una mano a la sien.

Esos aretes son casi un reliquia. Valen más que cualquier cosa en el mundo.

Y sé que también es importante para ella.

—Lo siento. —Dice. La miro nuevamente y veo que está intentando no llorar.

Me acerco rápidamente.

—Ey, no, no. Mírame —Le digo—. No te preocupes, compraremos otros. ¿Está bien?

Ella solo asiente y evita hacer contacto visual. Sé que no le gusta llorar, pero es muy sentimental.

Sorbe con la nariz.

—Ve a limpiarte la nariz. —Le digo y le doy una palmada en la espalda.

Ella se levanta y camina como un zombi al baño.

Suspiro. Supongo que estás cosas pasan.

Subo mi mano hasta mi oreja y tocó mi arete. Casi no me lo quito.
Pero bueno, Luz es muy olvidadiza, quizá fue por eso que...

—¡Lo encontré!

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