Shannon — Capitulo 5
No le tenía miedo a nada. Bueno a casi nada. Porque lo que tenía enfrente era peor que si me estuviera persiguiendo un asesino serial. Era peor que ver una película de terror y que por la noche tu cabeza te jugará un par de malas bromas.
Era el mar.
—¡Vamos! No puede ser tan malo. —Me ánimo Luz.
Esa era su frase. No puede ser tan malo. Pero lo decía una chica sin fobias. Ella siempre se mostraba bien ante todo, pero yo era otra cosa. Carajo. Le tenía miedo al puto océano.
Era la segunda semana de las vacaciones de verano. Antes de pasar al infierno (la universidad).
Mi familia había decidido —sin consultarme— irnos de vacaciones. Incluso el lugar. Y de todas las opciones que había tenían que escoger una con un océano incluído.
No le tenía miedo. Le tenía pavor.
Ahora mismo, de verdad queria morir.
—Venga ya, Shanny —Dijo Luz—. Kain y Kaleb quieren ir a jugar a la arena.
—Creo que me quedaré aquí. —Dije.
—¿De que hablas? —Pregunto mientras me miraba ingenua— Tienes que venir.
—No..., yo... Es solo que... —«La arena está muy cerca del mar. Muy cerca. Demasiado cerca.»—. Quiero quedarme aquí un rato, ahora voy.
Ella me miró extrañada.
¿Que sí Luz era tonta? Quizá. Porque ella más que nadie sabía el miedo que le tenía al océano. Lo sabía perfectamente.
(Dos años atrás)
—¿Te gustaría invitar a alguien? —Me pregunto mamá.
Habíamos pensado a dónde ir de vacaciones desde hacía un tiempo. Mamá quería saber si me gustaría invitar a alguien.
Asentí con la cabeza.
—¿A quién? —Pregunto.
—Luz...
—Muy bien, pregúntale si le gustaría ir y mañana me avisas, ¿vale?
Volví a asentir.
Al día siguiente en clases le pregunté a Luz si le gustaría ir con nosotros.
—¡Pero claro que sí! —Dijo más que entusiasmada.
Y unos días después, durante las vacaciones, fuimos por primera vez a la playa. A la arena. Al mar.
Nunca había salido.
Yo estaba muy emocionada. Y luz compartía el mismo sentimiento.
Al llegar lo primero que hicimos fue ir al mar. Estábamos muy emocionadas por conocerlo. Había visto miles de fotos sobre como era, incluso quise llevar goggles para ver lo que había debajo, pero mamá me dijo que la corriente no me permitiría ver nada y no podría sumergirme.
Y a pesar de todas las advertencias de no ir más al fondo, yo hice caso omiso. No me importaba.
Si iba a morir, quería que fuera en el mar.
—¿A dónde vas? —me pregunto Luz cuando empecé a alejarme cada vez más.
—Solo voy a sumergirme un momento.
—Pero Gigi dijo que no podíamos ir más adentro. —Menciono. Pero no importaba lo que hubiese dicho mi mamá.
La ví indecisa.
—Solo será un segundo.
Luz no protesto más, a pesar de que sabía que no era seguro. Solo me miró alejarme con cierta desconfianza en el rostro.
Al estar más lejos el agua me llegaba hasta el cuello. De vez en cuando la corriente me levantaba un poco y no podía tocar el suelo.
Saque los goggles que llevaba escondidos y me los puse. Ahora sí podría ver lo que había.
Al hundirme completamente no pude ver nada. La arena estaba por todos lados y no veía más que gris. Decidí ir un poco más adentro.
Solo había avanzado unos metros cuando sentí que empezaba a irme cada vez más al fondo. Intente detenerme con la nada. No funcionó.Salí del agua para tomar aire y para comprobar que tan lejos estaba. Fue un segundo, pero todos se veían como borrones. Estaba demasiado lejos. Intente nadar hacia la dirección contraria de donde me empujaba el mar. Una ola me golpeó fuertemente y sentí que regresaba al mismo punto, quizá más al fondo.
Ya no podía salir por aire. Empecé a ahogarme. El agua en mi sistema era demasiada. También se había colado en los goggles y me ardían los ojos por la sal del mar.
Sabía que, por la cantidad de sal que había en este, seria imposible hundirme. Pero, a pesar de que intenté mantener la calma, solo podía patalear y obligarme a avanzar.
Podía morir.
No supe si estaba gritando o agonizando en silencio. Dos salvavidas notaron un punto en el mar y corrieron a mi rescate.
En menos de 10 minutos ya estaba fuera del mar, tosiendo. Tenía que expulsar toda el agua que me había tragado, no me importaba si en eso también escupía las tripas. La garganta me ardía.
[…]
Pareció recordarlo, porque de un momento a otro abrió muchos los ojos y se disculpo casi de inmediato.
Sonreí. Luz se olvidaba de las cosas más rápido que una persona con Alzheimer.
Me senté en la arena bajo una sombrilla.
Los gemelos y Luz se sentaron también en una arena más húmeda y se pusieron a hacer castillos de arena. Kain hizo un castillo perfecto, pero cuando Kaleb lo intento se desbordó la mitad. Puso una cara triste.
Mire hacia un lado y me encontré con una cubeta de arena de color lila.
Trague saliva.
La tomé con manos temblorosas. Me levanté de la arena y camine hacia ellos. Con cada paso que daba apretaba más la cubeta con las manos.
Ya no había vuelta atrás.
Al llegar a ellos Luz me miró boquiabierta. Estaba sorprendida por haber llegado hasta ahí sin arrepentirme.
Mire el mar sin querer y sentí como mis piernas flaquearon. Cerré los ojos con fuerza y me obligue a no volver a mirarlo.
Todo va a estar bien.
Me senté en el suelo al lado de Kaleb y le pase la cubeta.
—¿Te ayudo, Kally? —Él asintió con la cabeza tímido.
De los dos, Kaleb siempre había sido el más tímido y callado. Mientras que Kain hacia amigos con facilidad y se le daba muy bien hablar con las personas sin ver a otro lado.
—¡Hagamos una guerra de castillos de arena! —Grito Luz.
—¡Si! —Grito también kain levantando las manos.
Mire a kaleb. Se veía notablemente emocionado, aunque no había dicho nada para confirmarlo.
Sonreí.
Pasamos el resto de la tarde jugando con la arena.
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Luciérnaga
Short Story«Una persona normal no sabe cuando morirá, porque el tiempo pasa demasiado rápido. Sientes que puedes hacer lo que sea. Sientes que te queda demasiado. Pero yo era diferente. Yo sabía que iba a morir.» Shannon piensa en el tiempo como un astro. Par...