No quiero morir.

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Luz — Capitulo 12

Llegó al hospital corriendo.

Y aunque no me detengo para prestar atención a mi alrededor, no me pasan desapercibidas las miradas de las enfermeras.

Llegó con la recepcionista y le digo el nombre completo de Shanny. Me voy de ahí tan rápido como llegue en el instante en el que me dice la habitación en dónde encuentra.

Antes de que pueda entrar al cuarto recuerdo que no estoy sola. Me giro para mirar a Gigi que se ha detenido a unos metros de mi. Me miran con sus ojos brillantes y cansados.

Está mujer me a cuidado y estado conmigo mucho más tiempo que mi propia madre.

Y su hija está aquí. Ahora mismo en el hospital intentando seguir viviendo a pesar de que su cuerpo estaba al borde del colapso. Solo porque un imbécil le pasó por encima.

Ignoro la ansiedad que me carcome por dentro y me hago a un lado de la puerta.

—Por favor, pase usted primero. —Le digo con el corazón a gran velocidad.

Carajo, quiero entrar primero. Necesito entrar primero.

Ella niega con la cabeza.

—Ire a hablar con médico —Me mira—. Entra, sé que es tan importante para ti como lo es para mí.

Por décima vez en la noche los ojos se me humedecen. Me acerco para abrazarla.

Es tan pequeña como Shannon y tengo que inclinarme para poder abrazarla bien.

Alguien carraspea a nuestras espaldas. Nos giramos al mismo tiempo y vemos al doctor esperando con una libreta en la mano.

Gigi me mira un segundo y luego se retira con el doctor.

Ya estando sola miro la puerta y me planteo lo que veré.

Una pierna y un brazo rotos... Quizá algo más.

Respiro profundamente intentando relajarme. Abro la puerta con cuidado y la veo.

A Shanny. A mí chica.

Y la imagen que ya tenía en la mente antes de entrar cobra vida. A pesar de que me prepare mentalmente para esto, no me sirve de nada. Porque siempre que el corazón se me hace pequeño al verla así.

Está en la camilla conectada a esa máquina extraña que marca el pulso. Y el pitido que emite es capaz de desesperarme en el instante en el que entro.

Se ve mucho más pálida.

Tiene un yeso en la pierna y uno en el brazo. También una venda en la frente y un collarín. Aunque a pasado un mes, todavía tiene moretones en el rostro y en lo que alcanzo a ver de su unico brazo descubierto.

Me tapo la boca para ahogar un sollozo.

Tiene los ojos abiertos y cuando su mirada se cruza con la mía veo como le tiembla el labio inferior.

Cómo si no pudiera hablar, estira su brazo bueno y cierra y abre el puño como una niña pequeña pidiendo que la carguen.

Me acerco a ella en dos pasos y la abrazo muy fuerte. Su presencia y el saber que —dentro de lo que cabe— ella está bien, me calma.

Ella intenta aferrarse a mi con todo los que tiene encima y llora en mi pecho.

Le acaricio el cabello y dejo que se desahogue.

—Ya está, ya está... —Digo lentamente para intentar tranquilizarla.

Tomo como siempre una postura que no es fácil de interpretar. La de una persona fuerte. Es como una sonrisa que no te llega a los ojos.

—No... —Intenta de decir. Pero se le quiebra la voz y no puede continuar.

—Esta bien... —La alejo de mi pecho y agachó a su altura para mirarla a los ojos.

—No quiero... —Solloza.

Antes de que pueda decirlo, ya sé lo que dirá.

Tan solo con leer esa libreta ya me he dado una idea lo que ella piensa. Sobre todo por lo último que escribió.

No quiero morir.

Sé que ella ya no piensa así. Y juro por Dios que si aún lo hace voy a hacer lo que sea para cuidarla y para hacerle saber que no necesita un propósito. No si me tiene a mi para encontrarle uno.

Porque yo haría lo que sea por ella. Y todavía hoy no me he perdona por no correr ese día hacia donde ella estaba y hacer algo. En vez de eso solo me quedé quieta y lo único que pude gritar antes de que pasara fue su nombre.

Solo espero que ella tampoco me perdone porque no me lo merezco.

Vuelvo a abrazarla.

—Shannon...

Ella deja de respirar. Es la segunda vez que le digo su nombre como tal. Sin apodo. La primeras vez no pudo escucharme...

—¿Huh?

—Si alguna vez vuelves a pensar que no estas hecha para el mundo, solo ven conmigo —Me alejo y le seco las lagrimas con los pulgares—. Tú ya eres parte de un mundo. Del mío.

Los ojos le brillan por primera vez en años.

—Y tú puedes estar en el tanto como quieras.

Y aunque quiero decir tantas cosas más, no puedo. Porque estoy concentrada viendo como cobran vida sus ojos.

Le brillan como en la foto de su teléfono.

Entonces me doy cuenta de los que quiere decir. Me había negado a creerlo porque ella lo negaba rotundamente todo el tiempo. Y quizá no podía notarlo en la foto, pero ahora que la tengo frente a frente me doy cuenta de lo que realmente significa.

Shannon me quiere.

Encondo su cara en mi hombro otra vez solo para que no vea mi cara al darme cuenta.

Carajo.

Shannon me quiere.

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