«Puedo ser tu luz»

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Luz — Capitulo 14

(Hace 5 años)

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—¿Otra vez llegarás tarde, mamá? —Le pregunto. Con el paso del tiempo ya no se me nota lo mal que estoy cada vez que esto sucede.

—Si —Dice apurada tomando su bolso y buscando desesperada las llaves—. ¿Puedes comprar la comida para los niños? ¡Gracias, cariño!

—Ah, pero... —La puerta se cierra.

Suspiro.

Frunzo el ceño desesperada.

Solo pido un poco de atención. ¿Es eso tan difícil?

Miro la hora en el reloj de la pared y salgo corriendo cuando veo que, si salgo ahora, apenas llegaré.

Llegó a clase con los pulmones a nada de colapsar.

—Hoy haremos brazaletes de la amistad —Dice la maestra y cuando me ve me hace una seña para que entre rapido—. Juntence con un compañero para hacer el trabajo.

Busco un lugar vacío. Todos comienzan a moverse para juntarse con sus amigos y yo me quedo para en medio de todo mirando a todos lados. Hasta que encuentro uno.

¿Quien era esa chica?

No importa. Ya le preguntaré.

Veo que nadie se le acerca, ni ella mira a todos lados para buscar a alguien. Solo se queda ahí y toma un color. Y solo puedo pensar en que se ve tan sola como yo. ¿Por qué no la había notado antes?

Me acerco corriendo antes de que alguien más decida estar con ella.

Cuando me siento a su lado tomo el color que ella a agarrado antes; verde. Si haré una pulsera de amistad con ella, quiero que sea de su color favorito.

La gente siempre suele tomar primero el color que más le llama la atención. Y ella tiene una mochila verde y un broche del mismo color. Es obvio que este es su color. Y me prometo que a mi misma que le haré una pulsera de ese color.

—¿Oh, vas a tomar este color? —Le pregunto solo para asegurarme. Quiero hacerle una pulsera con todos los verdes que encuentre.

—Tomare otro. —Dice y toma el azul.

¿Qué? Pero si ha tomado este color. Interrumpo nuevamente lo que hace decidiendo por las dos.

—¡Hagamos nuestras pulseras con los mismos colores!

[4 años atrás]

🌿

Fue inoportuno que la madre de Shanny no pudiera ir por ella a la escuela.

Llevaba tiempo pensando en invitarla a casa. Y está era la mejor escusa para traerla aquí.

Mi barrio nunca fue un lugar que me avergonzará. Tampoco mi casa, aunque sabía que no estaba en las mejores condiciones —y que más de uno pensaría que es casi inhabitable—, pero era mi casa. El lugar en el que había crecido con mis padres y donde viví mi primera perdida. La de mi papá.

Llegamos a casa después de ir a comprar comida para los gemelos.  Al abrir la puerta nos encontramos con los gemelos viendo televisión. Le pedí personalmente a una de nuestras vecinas si podía venir a cuidarlos un par de horas en lo que llegaba de la escuela. Intentaba dejarlos solos el menor tiempo posible. Tenían cinco años y mamá ni siquiera podía cuidarlos un par de horas.

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