Cuando nos conocimos... te odie desde el primer momento que te vi... quien diría que cuando me enamoré de ti no sabía cuánto podía ser capaz de amar a alguien con este roto corazón...
Tras cuatro años de vivir juntos Aslan y Ander entrarán a una nue...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los fines de semana siempre solíamos dormir hasta tarde, despertar y pedir algo de desayunar para estar casi todo el día en cama mirando películas y cojiendo si la ocasión se presentaba que casi siempre era así...
Hoy no porque a mi novio le pareció una grandiosa idea ser partícipe de una reunión social a la que no quería ir.
—Vamos, llegaremos tarde —me apresuró Ander acariciando mi mejilla.
Desperté para verle, no lo voy a negar esta guapo mi novio, no más que yo claro pero tiene su encanto, me encantaba aquella cicatriz que tenía en el cuello a causa del accidente que lo había dejado en silla de ruedas, aquella que él siempre trataba de ocultar.
Me quedé ahí un momento acariciandola.
—Me haces coquillas —evito que continuara apartando mi mano.
Lo jalé a mí para envolverlo en mis brazos sin soltarlo besando su frente bajando por su mejilla labios y hasta llegar a su cicatriz, era mi trabajo hacer que amara aquellas imperfecciones de su cuerpo que odia
—Quieres que tengamos sexo —le propuse.
—Sabes que si, pero ya vamos tarde así que andando —se escabulló— no tratarás de posponerlo con sexo.
Bufé irritado para quedarme acostado por un momento.
—Ve tu —me queje— quien hace una parillada tan temprano
—Es a las tres de la tarde solo que somos unos flojos y ya son las dos —negó pasándose a la silla— prepararé la ducha —me guiñó
Al menos una bañadita juntos me subió el poco ánimo que tenía, al salir de bañarnos ahí estaba él hurgando entre mi ropa
—Eso te quedará enorme —me burlé.
—No es para mi es para ti ponte eso —ordenó— ¿no tiene ropa con otra escala de colores que no sea oscura?
—Claramente no —bufé mirando la ropa— te estás esforzando demasiado no crees
—Tu te estás esforzando muy poco —contra atacó— ahora apúrate que tenemos que pasar por un postre, no llegaremos con las manos vacías