TORMENTA

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Papá me dijo que no tenía que temerle a la naturaleza pero si respetarla, a mi consideración cuando el cielo sobre nosotros empezó a caerse si empecé a tener miedo, tras mil intentos por fin me pude comunicar con Ander

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Papá me dijo que no tenía que temerle a la naturaleza pero si respetarla, a mi consideración cuando el cielo sobre nosotros empezó a caerse si empecé a tener miedo, tras mil intentos por fin me pude comunicar con Ander.

—Hola nene —me saludó por la videollamada— ¡necesito que regreses ya! me están matando aquí.

—Se nota lo mucho que sufres —me burlé, el cabron estaba acostado en el sofá de la sala en bata de baño, con una mascarilla relajante y helado a su lado.

—No lo puedo disfrutar si no te tengo —fingió dramático— ¿Estás bien? Me dijo mi suegra que te tendrás que quedar por la tormenta.

—Bueno casi me ahogo en el lago y estoy rogando no salga un oso pero bien supongo —conté— preparé la cena con un pescado que yo mismo atrapé.

—Estoy muy orgulloso de ti —me sonrió— ahora me voy mi hermana me preparó una ducha caliente.

—Te odio —me quejé mostrándole el dedo medio

—Claro que no, me amas —me lanzó un beso— nos veremos mañana guapo.

—Te amo —me despedí.

Poco nos duró la electricidad teniendo que recurrir a las lámparas de emergencia que poco iluminaban el lugar, Jon llegó para sentarse en el mismo sofá en el que estaba.

—Vamos a revisar tu pierna de acuerdo, me permites —señaló mi pierna pidiendo permiso.

Asentí para descubrirme la pierna, no tenía nada grave ya me lo había revisado solo unos raspones y un gran moretón, Jon trabaja con mamá en la parte administrativa sin embargo en su juventud había sido paramédico así que sabía algunas cosas de esto.

—Bueno no parece haber fractura, ¿tienes dolor? —me preguntó limpiando con un bactericida que dolió pero no se lo iba hacer saber

—Solo superficial, no me molesta al caminar —asentí

—Bien dime si necesitas algo de acuerdo —me sonrío levantándose con el botiquín.

Empecé a sentirme realmente cansado con mucho frío y los estornudos no paraban, eso si el ruido de la lluvia se iba haciendo cada vez menos, ya había perdido la noción del tiempo pero no pasaría de las once.

When we fall in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora