Me despertó un extraño ruido. Primero me pareció un bullicio, pero como no pude asociarlo a un sonido humano, me intrigó. Cuando me acerqué a la ventana aún somnolienta, observé la verja automática que permitía la entrada a la casa. Al otro lado había unos perros histéricos. Los reconocí. Eran los de mis vecinos, pero jamás los había visto tan alterados. Allí estaban, un rottweiler negro y enorme que ladraba y gruñía como loco, y un diminuto yorkshire igual de furioso y aún más desquiciado. Aquella inaudita pareja hubiera resultado cómica si no fuese porque, erguidos sobre las patas traseras, embestían la verja como si pretendieran tirarla abajo.
Era una escena tan rara que me inquietó. Su rabia canina era tan feroz que si alguien se acercaba podían darle un mordisco, pero ¿por qué estaban atacando mi verja? Para hacer la escena más rara, de repente alguien pasó caminando detrás de los perros.
Era Fátima, mi vecina. Sus pasos fueron lentos, como de película de suspense, y la forma en la que miró en mi dirección, como si supiera exactamente que yo estaba en la ventana, me inquietó tanto que me aparté de allí y fui a servirme un gintonic con sprite. Lo había cogido del mueble bar de mi padre, mueble que desde su muerte no se había vuelto a tocar.
Sentada al borde de las escalerillas que daban al jardín de atrás, miré el cielo. La luna parecía una uña y había pocas estrellas, el invierno estaba cerca. La brisa fría era relajante, pero pronto tendría que buscar un abrigo. De pronto, Geumjae abrió la puerta y dejó una bolsa con provisiones en el suelo, dándome un susto de muerte, y haciendo que me arrepintiese de haberle dejado la llave. Mi amigo, que representaba una vergüenza para su madre por el simple hecho de ser marica era, en cambio, lo mejor que yo tenía.
—Las chicas decentes toman vino, Lia. —dijo entonces.
Geumjae se sentó junto a mí en la escalerilla. Llevaba una camisa de manga corta, unos pantalones rotos y un gorro de lana gris. Parecía el chico del que te enamorarás perdidamente por primera vez, hasta que abres la boca y descubres que en realidad era el chico que te tocaría las narices una y otra vez.
—No veo a ninguna chica decente por aquí. ¿Estamos? —respondí en un tono agrio.
Me quitó el vaso y se bebió el último trago de un tirón. Luego soltó un sonido ronco y carrasposo mientras contrae el rostro.
—¡Dios santo, pero qué es esto! ¿Las lágrimas de Terminator? —dijo, mirando el vaso con extrañeza al tiempo que se sacudía.
—Es ginebra de la que tenía mi padre en el mueble bar. —contesté con un encogimiento de hombros— Sí que está fuerte. Muy fuerte.
Geumjae dejó el vaso a un lado y exhaló con cierta aflicción.
—Si ha sido culpa mía que necesites emborracharte, perdóname de todo corazón te lo digo. —se disculpó, en broma.
Hice un gesto de desdén, fastidiada por su sarcasmo.
—Geumjae, tienes que ser honesto conmigo y decirme siempre la verdad, que para eso te pago.
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PROJECT: HEART ━ OT⁷ 〚+18〛
Fanfic「𝐄𝐧 𝐩𝐫𝐨𝐜𝐞𝐬𝐨」 ¡Hola, Kang Lia! Bienvenida a Project: Heart versión beta. Recuerda que el juego todavía se encuentra en desarrollo, por lo que podría presentar algunos bugs. ¿ℰ𝓈𝓉𝒶𝓈 𝓁𝒾𝓈𝓉𝒶 𝓅𝒶𝓇𝒶 𝑒𝓁𝑒𝑔𝒾𝓇 𝒶 𝓉𝓊 𝒸𝑜𝓇𝒶𝓏𝑜𝓃...