Pasados unos minutos, Hans se incorporó con precaución de la camilla, su mente estaba aún envuelta en un velo de confusión y pesadumbre. Se ajustó el uniforme militar del régimen de Boscovania con meticulosidad, las medallas reluciendo con un brillo austero bajo la luz del hospital. Este uniforme, más que una simple vestimenta, era un símbolo de su posición como general de alto rango, un líder entre los hombres y un símbolo de autoridad para el pueblo de Boscovania.
Cada pliegue y cada botón del uniforme contaban una historia de valentía y sacrificio, marcados por el polvo y el sudor de los campos de batalla donde había demostrado su valía. Su cuerpo llevaba puesto una vez más el peso invisible de las más de quinientas bajas enemigas durante su servicio al régimen de Boscovania, un peso que parecía reflejarse en el rictus sombrío de su rostro.
Con pasos decididos, Hans se dirigió hacia el cuartel general, su mente aún atrapada en las sombras del coma psicogénico lo había sumido en un mundo de sueños y pesadillas. Cada paso resonaba en los pasillos del hospital, un eco de desesperación que parecía desafiar las fronteras entre la realidad y la ilusión.
Mientras caminaba por los pasillos del hospital, Hans contemplaba el panorama a través de las ventanas. La puesta de sol, filtrada entre las montañas, luchaba por hacerse visible entre los gigantescos edificios, estaciones de metro y calles decoradas por la deslumbrante naturaleza. Las abejas y mariposas revoloteaban sobre el jardín de la edificación, recordando un pasado del cual Hans parecía no tener memoria.
— Qué patético soy... —susurró para sí mismo, el eco de sus palabras apenas audible en el silencio opresivo de la tarde—. ¿Cómo pude creer que sería capaz de redimirme? Sarah tenía razón... solo llevé a Sam a su muerte en una guerra que juré evitar. Christina... No creo que puedas perdonarme nunca. Ni siquiera yo soy capaz de perdonarme. Quisiera desaparecer, desvanecerme en la oscuridad... Ya no tengo a quién proteger, ni por quién vivir... Nada tiene sentido para mí ahora.
Hans seguía su camino por los pasillos, las paredes de vidrio mostraban el paisaje circundante, donde la imponente arquitectura se fusionaba con la naturaleza en un baile de líneas limpias y árboles cuidadosamente plantados, algo que en cierto modo perturbaba a Hans. El interior del edificio, inundado de luz natural, estaba decorado con muebles de diseño contemporáneo y tecnología de vanguardia, para Hans el entorno parecía tan desconocido como peculiarmente familiar.
Con algo de tardanza, llegó a la sala de reuniones, donde Beaumont lo recibió con una sonrisa tensa que apenas ocultaba su preocupación. Hans notó la seriedad en los rostros de los otros generales que lo rodeaban, cada uno de ellos representando una pieza crucial en la defensa de Boscovania.
— Como estaba diciendo —comenzó Beaumont, su tono grave resonando en la sala—, la CSG nos atacará en 3 días. Nuestro sistema de rastreo detectó dos señales eléctricas con una decodificación de lenguaje PYM. El mensaje es el que ven en la pantalla.
ESTÁS LEYENDO
Hannoria
Sci-fiEn un mundo al borde del colapso, el Imperio de Hannoria ha sumido a la tierra en un abismo de opresión y caos. La Coalición de Seguridad Global (CSG) emerge como la única esperanza de resistencia contra esta tiranía despiadada. En medio de la guerr...