Capítulo 17: Segundo contacto.

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Murmullos, palabras pronunciadas que revelan las emociones más profundas, en esta ocasión, ansiedad. Sonidos, pero no unos que pudieran ser agradables, sino de instrumentos siendo probados, entonando diversas notas que demostraban estar en perfecto estado; a su vez, se agarraban bolsas que llevaban a sus espaldas, unas donde guardaban los alimentos y materiales que más le hacían falta.

Orden, silencio, firmeza. Organización, obediencia y concentración. Las presentes estábamos listas para el momento de la verdad, tomando rumbo hacia los Bosques de la Frialdad, donde la líder Groina sería la que marcharía el ritmo con el sigilo que iba aumentando cada vez más hasta llegar al lugar, donde subiríamos subían en los árboles y empezaríamos a actuar según las ordenes indicadas.

—Diriguires iasia eniesnities eni giruipos diez tires. Nios os sipairesisi enitires uiosotirais —Dirigiros hacia enfrente en grupos de tres. No os separéis mucho entre vosotras, ordenó Groina.

Avanzamos con cautela, sintiendo el frío de aquel frondoso, extenso y oscuro bosque. Ya nos habían avisado de que aquí tendríamos que mantenernos bien alertas y que algunas de las Elinas usaran la magia para iluminar nuestro camino. Cualquier olor, ruido o sensación que tuviéramos era motivo para mantenernos alerta, y si veíamos algo tendríamos que comunicarnos por nuestro idioma o por la música, ya que todas íbamos a la una con la misma canción que Groina decidía.

Aunque estuviéramos juntas, estábamos por grupos de cinco Elinas donde por fin estaría con las que conocía, Urai y Jela, aparte de Croisa y Ina. Me aliviaba el hecho de que podía contar con ellas para cualquier cosa y mantener una buena comunicación cuando fuera el momento, pues hablar ahora mismo no era ideal.

El plan era llegar hasta el final de los bosques, de los cuales sabríamos de inmediato donde terminaban ante la montaña que nos tocaría subir. Muchas de nosotras llevamos una ropa más cálida de lo habitual, otras llevaban incluso calzado, algo de lo que me negué ponerme hasta que llegáramos al punto acordado. Sentir la dureza de los árboles o la tierra en mis pies me permitía tener la constancia de mi alrededor aparte de saber que pasos tomar cuando estuviera en combate.

Aquella expedición no iba a ser de un día, sino de unas cuantas semanas que desconocíamos, por lo que sería normal que tomáramos descansos donde dormíamos un rato mientras que otras vigilaban solo por si acaso. Las veces que me tocaba vigilar a mi era siempre con la compañía de Groina, quien no decía nada más que para algo concreto en cuanto a peligro se tratara.

Que Urosia no estuviera aquí era por un motivo obvio, y era porque no podíamos dejar la ciudad desprotegida. Por ello, con las guerreras más jóvenes que nosotras estarían vigilando todo para que estuviera en orden.

Así pues, atenta a todo lo que me rodeara, descansando la mayoría de las Elinas en lo alto de los árboles, podría ver como Groina se encontraba observando los suelos donde a lo mejor podían aparecer los fallos, para al final soltar un suspiro y mirarme:

—¿Tu madre te dijo alguna vez lo que ocurrió la vez que venimos aquí? ¿La última expedición?

Fruncí el ceño ante su pregunta, negando con mi cabeza.

—Me sorprende, teniendo en cuenta que apenas nos hablamos por que hice las cosas mal en su momento —susurró sin mirarme, para al final soltar un suspiro—. Tu madre era una espléndida guerrera y que tú te asemejes a ella en cierto sentido hace que reviva esos momentos que deseo olvidar.

—Parece que hay mucho arrepentimiento detrás —supuse.

—Éramos jóvenes como vosotras y desconocíamos demasiadas cosas. No fue hasta ahora que nos dimos cuenta de como actuaban y mucha información que hemos conseguido —admitió, apoyándose contra el tronco de la pared—. Este problema no era tan presente, solo nos encargábamos de retenerlas, pero Melian decía de conocer de donde eran y porque nos atacaban. Así pues... aceptamos la idea a pesar de que estaba en desacuerdo.

II - La Galaxia Olvidada: Sentimiento [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora