Capítulo 39: Los ojos blancos.

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Mi hermana no será quien narre esta parte de la historia. Creo que sabes el motivo de ello, ¿no, Kemi?

No es necesario explicar lo que ocurrió, podría dejarlo para otro momento, pero sería revivir una serie de desgracias que explicarlo hace que las lágrimas caían de mis ojos sin poder controlarlo, mientras que mi hermana... se queda sin aire y se culpa de todas las acciones que tomó.

Nadie lo vio venir, capaz nos habíamos relajado demasiado o a lo mejor ese evento era imposible de detener, pero sé que actuamos bajo la presión de aquel momento. Un desastre que a día de hoy veo las imágenes de aquellas que una vez fueron mis amigas y mi familia.

Sé que me pides que no explique todo, pero creo que es necesario para que comprendas porque estamos en este código, porque no estamos en nuestro hogar. No fue por decisión nuestra, fue por una orden que le dieron a mi hermana, una del que se negó más de una vez.

Ese día pintaba ser uno más en nuestros días. Ese día me encontraba con nuestra madre, dispuesto a enseñarle unas de mis ideas que había tenido como herrero musical. Caminábamos por los Bosques de la Frialdad, un camino que se había vuelto seguro y tranquilo con todo el esfuerzo que le habíamos metido durante los años, pero que, en ese día, todo habría cambiado cuando mis ojos apuntaron al cielo y vieron que el Sol no nos acompañaba.

—Mamá, ¿no es raro que haya tanta niebla? —pregunté, sintiendo un escalofrío en mi espalda.

—La verdad es que es la primera vez en años que veo algo así —respondió, mirándome por unos segundos—. Aspaura, creo que sería prudente reunirnos con tu hermana y avisar sobre esto.

Me parecía prudente y más por como aquella niebla parecía tener consciencia a la hora de moverse. Nunca habíamos visto algo igual en toda nuestra vida. Tan cantoso a la hora de actuar, y más cuando se dirigía a la ciudad de los Drasinos, Ineas.

—No van a por nosotras —murmuré, corriendo en dirección a la ciudad—. ¿Por qué van hacia los Drasinos?

Mi madre de pronto frenó sus pasos, dando media vuelta.

—¡Ve y avisa a tu hermana, yo iré en busca de Crowley o algunos de los sabios! —me ordenó, alejándose cada vez más de mí.

Aquella decisión tan brusca no me parecía nada correcta. Creía que ir solo en un lugar como ese era sinónimo de peligro ante algo que desconocíamos, pero una parte de mi creía que mi madre era capaz de hacer frente a cualquier cosa con el poder que aún tenía de su lado, a pesar de haber pasado diez años.

Me moví entre las calles de la ciudad, en dirección a mi hermana. Sabía que estaba en el Gran Árbol de Enlia, había sido nuestro último encuentro antes de salir. La preocupación se veía en las Elinas que estaban a fuera, escuchándose los murmullos sobre aquella niebla que acababan de ver.

Desde lo profundo de mi corazón escuchaba unos tambores junto a un piano que tocaba notas graves. Era una forma de prepararme para lo peor, para defenderme en caso de que algo nos atacara. Esa niebla tenía que tener alguna relación con las Anomalías y Virus, era la única respuesta que tenía mientras corría sin parar hasta llegar al árbol.

—¡Urchevole!

Para mi suerte, mi hermana estaba bajando las escaleras con cierta prisa. También se había dado cuenta que algo no iba bien, que el Sol ya no brillaba y las nubes negras nos acompañaban junto a esa niebla que, si bien no era mucha en ese momento en nuestra ciudad, si parecía tener intenciones hostiles al dirigirse a Ineas.

—Hermano, necesito que vengas conmigo —ordenó Urchevole—. Mamá, ¿dónde está?

—Fue a Ineas, quería buscar a los sabios o a Crowley —respondí, siguiéndola.

II - La Galaxia Olvidada: Sentimiento [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora