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Número de palabras: 347

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El inspector Lestrade observaba la pila de informes que tenía sobre la mesa. La cantidad de trabajo que le aguardaba, a pesar de que ya había transcurrido la mitad de su jornada, era simplemente abrumante.

Se echó hacia atrás con un suspiro, dejando que todo su peso cayera sobre el respaldo de su silla, y cerró los ojos mientras trataba de aclarar su mente.

Su "meditación" fue bruscamente interrumpida por el estruendoso sonido de su teléfono vibrando. Abrió los ojos y tomó el aparato sin ganas.

Su expresión cambió a felicidad absoluta cuando vio el nombre de su pareja, Mycroft Holmes, en la pantalla, justo debajo de las palabras "Llamada entrante".

Pero, repentinamente, un miedo inmenso lo invadió: Mycroft le había dicho que aquel día tenía una importante reunión, por lo que lo más probable es que no supiera nada de él hasta la tarde.

Si esto era así, ¿Cómo era posible que le llamara?

¿Acaso estaba en peligro?

El terror se apoderó de su mente y descolgó la llamada antes de que esta hiciera saltar el buzón de voz.

—¿¡Estás bien!?

Su voz sonó con urgencia y miedo, lo que causó el desconcierto del hombre al otro lado de la línea.

—¿Lo estás tú? —preguntó divertido Mycroft—. Claro que estoy bien, ¿por qué no iba a estarlo?

—Me habías dicho que tenías una importante reunión hoy —respondió, ahora más relajado, Lestrade—. Creía que podías estar en peligro y que por eso llamabas.

—Es muy bonito que te preocupes por mí, Greg... —dijo Mycroft—. Sobre la reunión, efectivamente sigo con ello, pero me he escapado dos minutos al baño para llamarte y saber como estas..., y para recordarte que te amo.

El calor encendió las mejillas de Lestrade.

—Yo también te amo, Mycroft. Me has hecho muy feliz.

—Me alegra oír eso —dijo con voz alegre el político—, pero... —añadió, con una voz nerviosa—, voy a tener que colgar ya, debo volver o les parecerá extraña mi ausencia.

—Claro, nos vemos esta tarde en casa.

—Te lo prometo —afirmó Mycroft.

—Más te vale —se burló el inspector.

Ambos colgaron la llamada y Lestrade suspiró, esta vez sintiendo como el amor y la felicidad recorrían sus venas.

Drabbles MystradeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora