Metamorfosis

60 13 6
                                    

Número de palabras: 403

------------------------------------------------------------------------------------------

Una noche agotadora.

Eso era lo que le esperaba a Mycroft. Fuera de la casa la nieve caía con delicadeza, entremezclándose con la oscuridad y chocando contra los grandes ventanales de su mansión. Dentro de la casa hacia buena temperatura, pero no era posible disfrutar de aquello pues la pantalla de su portátil, con aquella luz blanca y despampanante, le irritaba los ojos.

Nunca había envidiado tanto a su pareja, que ahora descansaba en la cama de ambos en el piso superior. Le gustaría estar allí, disfrutando de la suavidad de las sábanas y, sobre todo, el calor de su amado cubriendo su cuerpo.

Los ojos le dolían, las manos ya las sentía agarrotadas y sus piernas ya estaban cansadas de permanecer quietas, sentadas en aquel sofá largo, pero sabía que el trabajo era importante. Tenía que terminar el papeleo antes de poder reunirse con Greg.

Como le echaba de menos...

De pronto, unos pasos que provenían de las escaleras interrumpieron el tecleo de sus dedos. Levantó la vista, extrañado ante aquel sonido.

-¿Greg? -preguntó en un susurro.

Nadie contestó. Mycroft sopesó la idea de levantarse para asegurarse de que todo estaba bien, pero los pasos volvieron a sonar, ahora más fuerte y rápido. De pronto apareció Greg, envuelto en las sábanas de la cama y corriendo hacia a él. Cuando llegó hasta el reposabrazos del sofá se dejó caer de bruces contra los cojines, provocando la carcajada de Mycroft.

-¿Pero qué haces? -consiguió decir, apartando su portátil a un lado para acariciar con ternura el trozo de cabeza que sobresalía de entre las sábanas.

Greg se sacudió y cuando consiguió cruzar la mirada con su pareja, se reveló con el rostro enrojecido y el pelo completamente revuelto.

-La metamorfosis -contestó con una gran sonrisa.

-¿La metamorfosis? -repitió Mycroft, sin entender, regresando su mano para acariciarle la mejilla.

-Sí, ahora soy tu novio pero un día seré tu marido -explicó Greg, ampliando su sonrisa.

El corazón de Mycroft se derritió y los restos se deslizaron entre sus costillas. Cualquiera que lo hubiera visto habría asegurado que ahora él estaba mucho más sonrojado que su pareja, a pesar de ser éste el que se encontrara envuelto entre las sábanas. Sin pensarlo dos veces, Mycroft le levantó el mentón y se inclinó para alcanzarle los labios.

-Gracias -dijo al separarse.

-¿Por qué?

-Por arreglarme la noche -le explicó Mycroft, haciendo que sus narices se rozaran.

Drabbles MystradeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora