No des las gracias

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Número de palabras: 289

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Las lágrimas cayendo por sus mejillas y la angustia de su pecho era todo lo que acompañaba a Mycroft aquella noche: la ansiedad del trabajo le había hecho devorar la tarta que esa misma mañana habían comprado Greg y él, y se sentía mal.

Gordo y mal.

—Cariño, ya estoy en casa —se escuchó desde la entrada, seguido por el chasqueo de las llaves al caer sobre el platillo destinado a guardarlas.

Mycroft intentó por todos los medios secar sus ojos, pero era tan abundante su malestar que no pudo evitar que estos se humedecieran constantemente.

—¿Mycroft? —llamó Greg, su voz sonando mucho más cerca—. Oh, Dios, Mycroft, ¿estás bien?

Lo había descubierto.

Greg le había descubierto, sentado en el sofá del comedor y con la cara empapada por las lágrimas.

Rápidamente, el inspector se acercó hasta donde se encontraba su pareja y se sentó junto a él.

—¿Qué ocurre? —preguntó con preocupación.

—N-necesito un abrazo… —gimoteó Mycroft, aún tratando de controlar sus lágrimas y su respiración.

Inmediatamente, Lestrade se lanzó para reconfortarlo con un cálido abrazo que abarcaba todos su sentimientos y ganas de protegerlo. Porque eso es lo que se había jurado hacer desde el mismo momento en el que entendió que lo amaba como a nadie.

–Gracias… –dijo Mycroft, respirando el perfume de su pareja.

–No des las gracias, tan sólo es un abrazo –respondió con delicadeza Greg, al tiempo que lo apretaba más contra su cuerpo.

–Pero con él guardas todos mis miedos y mis inseguridades.

Aquella noche, bajo la amargura del cansancio y las lágrimas, Mycroft se permitió explorar sus sentimientos de dolor y ansiedad que siempre había reprimido y guardado para sí, bien reconfortado en los brazos del hombre que lo amaba.

Drabbles MystradeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora