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𝐓𝐔𝐑𝐐𝐔𝐈𝐀
𝐴𝑚𝑎𝑠𝑦𝑎-𝑃𝑎𝑙𝑎𝑐𝑖𝑜 𝑝𝑟𝑜𝑣𝑖𝑛𝑐𝑖𝑎𝑙

Nurbanu acababa de despertar y lo primero que observo fue a su compañera de cuarto, ella estaba buscando vestidos y con las telas regadas por todas partes.

—Recoge tus telas —pidió levantándose de la cama.

—No lo puedo hacer, el sehzade deseara verme esta noche —sus palabras sorprendieron a la pelinegra, ella alzó la cabeza y suspirando se burlo.

—Esta noche él estará ocupado —comentó con risa sabiendo claramente que el príncipe pidió verla.

—Ajá... —suspiró y continuó en lo suyo.

La pelinegra salió de la habitación para admirar el harem y relajarse, bajando las escaleras tropezó con una muchacha de belleza seductora, sus ojos estaban marcados por un delineado casi perfecto, ella posee un cabello castaño y un vestido rosa con adornos blancos.

—Ten cuidado —aviso la mujer.

—Tú ten cuidado, yo soy la favorita de su alteza.

—Solo eres una más del montón —la castaña saco la lengua y avanzó, dejando desconcertada a Nurbanu, quien evitaba una pelea.

Ella continuó bajando las gradas, salió del harem y se encaminó por los pasillos, escuchando leves estruendos. Se volteo con cuidado y examino el área, pero no había rastro alguno de nada.

De pronto escuchó un sonido que en varios años no había sentido; un perro ladraba fuera del palacio. A pasos rápidos avanzó por los pasadizos y llegó al jardín, encontrándose con un cachorro. El can apenas tenía tres meses, cuenta con un pelaje rubio y ojos cafeses, llenos de alegría, su nariz está fría y sus patitas sucias.

—Ooh, pequeño —Nurbanu tomó al cachorro y lo cargo con cuidado—. ¿Estás perdido?

La pelinegra levantó la cabeza en busca de alguna persona, pero no hallo ni una sombra. Sujetando a su cachorro la joven emprendio camino de vuelta al palacio, subió las gradas y busco al príncipe para mostrarle su nuevo descubrimiento.

—Tranquilo —ella besó la cabeza del animalito—, buscaremos a tu papi para que te conozca.

Siguió su camino y terminó topandose con Canfeda. La Kalfa parecía desconcertada al descubrirla con aquel animal en brazos, corrió hacia ella. La miró de pies a cabeza, observo sobretodo al ser en sus manos. La agarro del brazo y expresó disgusto.

—¡Hey! —Canfeda soltó su agarre—, ¿qué haces?

—¿Acaso no ves?, tienes un perro, sacalo.

—No lo haré —Canfeda frunció el ceño.

—Deja al animal, ¡ahora!

Un Nuevo Imperioˢᵘˡᵗᵃⁿᵃᵗᵒ ᶠᵉᵐᵉⁿⁱⁿᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora