Capitulo 22

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-Y luego gritó: – Yugo alzó las manos y fingió una voz más grave – "¡Te vas a enterar, pequeño mocoso malcriado, me has buscado las cosquillas y las has encontrado!"

Los niños selatrop se echaron a reír, así que esperó a que volviesen a prestarle atención para echar los puños hacia adelante:

-¡Y BOOOM! ¡La tierra se abrió en dos surcos y la polvareda voló por todas partes!

-¡Woooow!

-¿Y luego qué pasó, qué pasó?

-¡Salí disparado por los aires para que no me alcanzara! – continuó haciendo gestos con los brazos, como si se estuviese impulsando hacia arriba – ¡Y sus cuernos brillaron, estaba a punto de lanzarme otro ataque eléctrico, casi pensé que no la contaba!

-¡Oh, no, oh, no!

-¡Ahora viene lo bueno! – mascullaron por ahí y otros lo acallaron.

-¡Sshhh, deja escuchar!

-¡Y ZAAAAASSS! ¡Arrojó su rayo justo sobre mí! ¡A último momento, abrí un portal y salté dentro, antes de que todo estallara!

-¡En el aire, síiii!

-¡Sssshhhh! – lo silenciaron de nuevo.

Los niños se rieron y Yugo también resopló:

-Si ya se saben la historia, me sorprende que sigan pidiéndola.

-¡Queremos que tú, la cuentes, Yugo!

-¡Sí, es más divertido cuando tú la cuentas!

Esas palabras lo enternecieron, y volvió a frotar el sombrerito del pequeñín que se había echado a su lado:

-Ustedes cada día me recuerdan más a mis hermanos y a mí, pidiéndole historias a mi padre antes de dormir.

Uno de ellos, sin embargo, se mostró cabizbajo cuando dijo:

-Solo me gustaría que Margarita, Cedrito, Cactuel y los otros pudiesen escuchar también.

Los otros también se inquietaron:

-Es cierto, dijeron que vendrían.

-¿Qué les habrá pasado?

Yugo vio el rostro de cada uno de ellos cuando dijo:

-¿Son los chicos del equipo de jalabol?

-Sí –dijo el que estaba a su lado – también trabajamos todos juntos para sembrar las semillas ayer.

-Quedamos en que nos veríamos hoy, después del mediodía, para venir a verte, cuando supimos lo que había pasado.

El Rey Selatrop frunció el ceño y por inercia alzó la vista a su Reina Sadida en su rincón de la habitación, quien también se había tensado:

- Amalia, ¿sabes de casualidad dónde podrían estar?

Ella lo vio fijamente y sacudió la cabeza:

-No. También escuché que vendrían, pero no los he visto.

-Mi Reina, Mi Rey – Adila, quien había permanecido al lado de ella, dio el paso al frente con una cortés inclinación de cabeza – si me permiten, puedo ir a buscarlos.

Fue Amalia quien respondió:

-Iré contigo – se giró hacia él – Yugo, vuelvo enseguida. Niños, no lo dejen levantarse, ni hacer alguna tontería hasta que regrese.

Fueron los morados los que asintieron antes de él lo hiciese, por lo que se quedó en blanco.

Ella estaba a punto de cruzar el portal de Adila cuando se volvió para apuntarlo:

Wakfu: CollisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora