Capítulo 42

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Latido.

Del epicentro emergió la hondonada que estremeció la tierra. Al alcanzar la silueta femenina, un menudo destello de luz, en forma de lágrima, se desprendió de ella, y salió disparado a través de aquel espacio atemporal.

Aturdida, la nueva criaturilla en su interior flotó a la deriva y se sacudió para espabilarse.

Latido.

De la nada, una onda de energía la golpeó. El impacto la atravesó y empujó más allá del espacio en el que se encontraba.

Latido.

Sin tiempo a recuperarse, otra onda, más terrible que la anterior, la sacudió con tanta fuerza que su recién concebida existencia se quebró y reagrupó en el acto.

Latido.

La siguiente llegó con aún más violencia, los fragmentos de su menudo ser estremeciéndose y titilando al reagruparse, una y otra vez.

Latido.

Fue entonces que llegó su primer pensamiento:

Duele. Duele. Miedo. Miedo.

Latido.

Detente. Detente. Por favor.

Latido.

Duele, duele.

Latido.

Por favor.

Latido.

¡Ayuda!

Latido

Corrió y corrió, pero no había refugio posible. Una y otra vez chocaba contra paredes que era incapaz de ver. Una y otra vez, en aquel espacio que parecía encogerse cada vez más a su alrededor, sus partículas fueron agrietadas y regeneradas, sin llegar a consolidarse.

Latido.

Chamuscada, probó huir una vez más, en vano, el sonido que soltó fue una especie de chillido agónico, su cuerpo encogido en espera de...

Latido...

Tras el último, su alarido cobró tanta fuerza que rasgó el espacio. Su mundo hizo un gran "plop" cuando fue expulsada de ese extraño cascarón, con su cuerpo ya solidificado.

Con extremo agotamiento, esperó con temor a que volviese otra de esas ondas.

Esperó y esperó.

Cuando estuvo segura de que nada iba a ocurrir, levitó con cautela. Ese nuevo lugar era aún más extenso y apenas podía definir lo que estaba frente a ella.

Todo tan extraño. Todo tan grande. Todo tan aterrador.

Solo ella aquí.

No le gustaba, no le gustaba nada, su lucecita tiritaba en tonos opacos.

¿Qué hacer? ¿A dónde ir?

Quería... Quería...

¿Qué era lo que quería?

No saberlo la desconsoló por completo.

¿Por qué lloras, pequeñita?

Tensa de repente, buscó de dónde venía ese sonido.

No temas, pequeñita. ¡Regocíjate! Es un día de celebración. Es un día de vida: mi resurrección y tu nacimiento.

La criatura se alzó, aún temblorosa, solo para toparse con una enorme presencia. Una que se extendía y ramificaba por aquel espacio. En principio, volvió a asustarse, pero esa voz la detuvo:

Wakfu: CollisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora