Al salir del portal, la imagen del campo marchito le dio un vuelco al corazón de Amalia. Había evitado volver a toda costa a este lugar desde la primera vez que vino a examinarlo, y lo habían dado por perdido. El suelo ceniciento bajo sus pies y los troncos deshaciéndose con cada minuto, era lo que quedaba del jardín más bellos de los árboles preferidos de su madre.
Sus ojos se anegaban en lágrimas de solo pensarlo.
Ahora estaba de regreso y era aún más chocante. Su cuerpo temblaba como hojitas en una tempestad, el horror embargándola.
-¿Qué pasa si no funciona? – preguntó con voz rasposa, a nadie en especial – ¿Qué pasa si esta tierra realmente ha quedado sin futuro? ¿Cómo podría ser capaz de ver a mis padres y a mi hermano a los ojos sin morirme de vergüenza, de ser así...?
Un par de pesadas y reconfortantes manos parcialmente enguantadas la sostuvieron por los hombros:
-Volveremos a intentarlo, las veces que sea necesario – la voz de Yugo fue baja, pero firme, tan cerca de su oído que podía sentir su respiración en la nuca.
Se le puso la piel de gallina y su corazón retumbó en su pecho.
-Fue exactamente como en el necromundo – se abrazó a sí misma – nada de vida, nada de voluntad, solo vacío.
-Lo sé, lo he sentido también – había una compleja emoción afectando la voz masculina – al drenar el wakfu, despojan a su víctima de mucho más profundo y esencial, va más allá de las secuelas del dolor y la pérdida.
Volteó para encontrar su abatido perfil, la capucha azul cubría parcialmente su rostro, lo llenaba de sombras difíciles de descifrar, pero ella lo conocía lo suficiente para leer lo que sus ojos de profundo marrón guardaban. A veces olvidaba que la única razón por la que él había adquirido esa forma adulta, era debido a la tortura infringida por necromos al drenarle años de vida. Si su especie no fuese tan longeva, él podría haber...
Apretó los labios. No quería seguir ese pensamiento, la sola idea era inconcebible.
Se aclaró la garganta:
-¿Hace... hace cuánto que estás intentándolo?
-Desde la primera vez que lo examinamos.
Ella jadeó con fuerza:
-Eso fue... hace meses.
-¿Tanto tiempo? – de repente pareció desentendido.
-¿Has venido todos los días?
-Cada día, en diferentes horarios, desde varios sitios y de formas distintas. Hay momentos en que su humor es mejor que otros. Al parecer esta tierra es tan caprichosa y temperamental como su reina. Por suerte tengo algo de experiencia tratando con ella.
Amalia hizo un puchero disgustado ante su tono jocoso, pero suspiró, resignada.
No podía perder más tiempo.
Avanzó con decisión al centro del terreno. Respiró para tomar fuerzas y se dejó caer de rodillas. Dudó un segundo antes de colocar las manos en la tierra.
Se concentró, alzando una plegaria a Sadida.
Con el primer pulso de energía, sus ojos se abrieron de golpe:
-La... la tierra... - jadeó, sus ojos humedeciéndose – la tierra está viva. Es débil, pero puedo sentirla – se tapó la boca con el dorso de una mano – es... es un milagro...
-¡Mi Señora! – el portal de Adila apareció a su lado. – ¡El grupo de reforestación ya está aquí! Mis hermanos y yo estamos listos también.
La Reina Sadida se puso de pie y dijo:
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Wakfu: Collision
FanficCon las secuelas del ataque de los necromos aun cicatrizando, solo queda una cosa por hacer: terminar de sanar. Más responsabilidades le esperan al Rey Selatrop. Ahora adulto y con su rol asumido, está decidido a velar no por uno, sino por los que a...