Capítulo 44

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Sí, Adamai seguía cada día más preocupado por su hermano. A su aspecto lúgubre, su rutina estresante, falta de alimento, escasos sueños terminados en sobresaltos, y su constante paranoia...

Ahora, a su comportamiento errático se sumaba...

¿Mirar a través de las paredes... de su propia habitación?

-Ah... ¿Yugo? – dijo a su mellizo, después de detenerse de súbito a medio pasillo.

-¡Shhhh! – respondió él, azotando el aire con una mano en su dirección, desde donde estaba agachado. – ¡La vas a espantar!

El dragón solo pudo quedarse viéndolo, parpadeando.

Bien, un delirio de persecución escalando, ya era lo que faltaba. Ese "algo" que le daba por buscar cuando menos se esperaba, eso que al parecer lo estaba siguiendo, y aunque él insistiese que no era peligroso, hacía que su humor se escureciese hasta que parecía que alguien lo hubiese herido de gravedad.

Eso, hasta el incidente de hace algunas noches.

De seguro, algo distinto se había detonado desde entonces.

Algo que lo llevaba a hornear extra de panecillos y llevarlos consigo religiosamente, aunque nunca los viese comer. Algo que lo había llevado a pasar sus ratos libres, los pocos que de por sí tenía, a registrar los registros más antiguos del reino sadida, y ya había hecho una importante torre de ellos a un costado de su escritorio.

Tal vez eso mismo por lo que no les había permitido a los asistentes reubicar las nuevas plantas con flores que habían estado saliendo de la nada y sin supervisión... "Algún niño travieso" dijeron, pero Yugo insistió en que las dejasen donde estaban, dejando a los sadidas atónitos, pero secretamente conmovidos.

Algo que, al parecer, se había convertido en su nueva tarea personal, al punto de tener comportamientos excéntricos cuando creía que no era observado.

Así como lo de ahora.

-Eh... ¿Estás...? - probó a decir...

Pero fue silenciado una vez más, con incluso más desesperación que antes:

-¡Shhhhhh! ¿Qué no escuchaste? – exhaló las palabras, prácticamente sin sonido, solo vocalizando. – ¡Si nos escucha, se irá!

Oh, no, esto ya es grave.

Con una mueca, intentó exhalar de la misma forma, poniendo toda la comprensión posible en su tono:

-Yugo, hermano... si necesitas...

-¡Calla y baja aquí! – sin dejarlo terminar, y con un movimiento más rápido del que esperaba, lo agarró de un cuerno, y de un empujón lo sentó a su lado.

-¡Ay,ay, ay! ¡Oye, oye, cuidado, ¿olvidaste que me da jaqueca que me...?!

-¡SHHHHHH!

Bien, por más paciencia que intentase apelar, por el bien de ambos, si seguía por ese rumbo, terminaría enfadándose. Así que le hizo una mueca y levantó una de sus manos humanoides, en gesto de pedir la palabra.

-¿Qué? – volvió a vocalizar Yugo, pero la palabra fue dirigida a la mente del dragón.

-¿Me vas a decir al menos de qué se supone que nos estamos escondiendo? – dijo sin más, directamente en la cabeza de su mellizo, sin ocultar el sarcasmo en su tono psíquico. – No le habrás puesto una trampa a Grougal, ¿verdad? Porque sabes que ya no funcio...

-¡Ad, ¿es que no entiendes lo que es hablar bajo?!

Su respuesta fue ponerle los ojos en blanco:

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