La noticia del incidente de la reina se esparció como la hiedra, antes de que Yugo fuese siquiera consciente. La reunión, sin embargo, fue convocada en cuanto él abandonó la habitación de Amalia. Rápidamente dio la noticia de cómo él había conseguido estabilizarla, e hizo llamar de inmediato al consejo y a todo representante del mundo de los doce que aún estuviese en el reino. Con ayuda de sus chicos, preparó pantallas con la magia selatrop para que quien no hubiese asistido en persona, escuchase sus palabras.
No tenía intenciones de responsabilizarse de aquellos que decidiesen ignorarlo, y lo dejó claro en su anuncio.
Como resultado, el salón del trono estaba repleto casi a reventar cuando le abrieron paso para dirigirse a su puesto. Una vez más, no había usado portales: quería que la multitud lo viese llegar y ocupar el lugar que pertenecía a Amalia. De esa forma, podía percibir las reacciones de todos ellos sin necesidad de verlos fijamente, ni siquiera por vista periférica.
En el momento en que alzó su capa para sentarse y apretar los puños sobre los brazos del asiento, alzó la vista con el gesto más sombrío.
Había dejado que el resplandor azul se desprendiese de sus ojos.
A su señal, las pantallas frente a él se encendieron, mostrando así a los representantes que habían decidido acudir a la reunión de forma virtual. Varias de esas caras no habían pasado por el salón del trono desde que él había tomado el poder.
Por tanto, no era de sorprenderse que varios jadearan, retrocediesen, o mostraran alguna reacción, por más ligera que fuese.
No dejó tiempo a que ninguno digiriese la imagen.
-Saludos, habitantes del Mundo de los Doce – dijo de inmediato. – Yo soy Yugo, el Rey Selatrop – tensó una de las comisuras de sus labios, en un atisbo de risa arrogante – por sus reacciones, asumiré que aquellos que aún no han venido, ese nombre, al menos, les suena familiar. – El gesto se borró de inmediato, y sin dejar, una vez más, que digiriesen la información, se reclinó hacia atrás y entrelazó los dedos delante de él. – Soy consciente del cambio en mi apariencia. – Resopló. – Créanme, comprendo vuestro pánico. También soy consciente de los rumores que han circulando desde que la Reina Amalia ascendió al poder: sobre mí, sobre ella, sobre su pueblo y el mío... Sobre nosotros. – Hizo la pausa suficiente para registrar todas las reacciones. - Así como sé que la mayoría ya está enterado del incidente de hace algunas semanas, como sé que, la noticia de lo ocurrido hace unas horas ya debe haberles alcanzado, o estar en proceso de hacerlo.
Aprovechó el murmullo que se extendía para volver a acomodarse:
-Como sea, no es asunto mío las conclusiones a la que lleguen, y no es para lo he os he convocado acá. Solo deseo dejarles en claro ciertos menesteres, para que, antes de tomar alguna decisión al respecto, consideren estos hechos y abstenerse de ciertos actos impulsivos, por su propio bien. –Otro murmullo se extendió por el salón, inculo detrás de las pantallas comenzaron a comentar con sus acompañantes, a lo que Yugo sonrió. – Por favor, no desesperen, conozco los protocolos, y como tal, les permitiré exponer sus inquietudes, una vez termine. Ahora, si son tan amables de prestar atención, ya que no tengo intención de repetirme, para no agobiaros, procederé a comunicar punto por punto lo que necesitan saber:
» Primero: La Reina Amalia está viva y a salvo, recibiendo las mejores atenciones mientras hablamos, así que este sitio que estoy ocupando está perfectamente protegido, mientras yo esté aquí.
El revuelo fue inmediato, en todo caso, él no se inmutó en ningún momento:
» Segundo: Estoy aquí por voluntad de ella y nadie más, y pretendo estarlo hasta que ella regrese, porque tengan la certeza de que lo hará.
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Wakfu: Collision
FanfictionCon las secuelas del ataque de los necromos aun cicatrizando, solo queda una cosa por hacer: terminar de sanar. Más responsabilidades le esperan al Rey Selatrop. Ahora adulto y con su rol asumido, está decidido a velar no por uno, sino por los que a...