Tomo tu cara entre mis manos, diseño con mis dedos una sonrisa amable y sencilla, me ves desde lo lejos de tus pensamientos, analizas mis acciones y de repente descubres que no te quiero. Yo río, me burlo y lloro, porque no te quiero pero mi existencia está ligada a ti porque el destino es un bastardo que nos odia a todos.
He encontrado en mi canción favorita ese verso que me recuerda a ti, lo repito hasta olvidar tu nombre.
Y me obligo a pensar que no te quiero, que solamente estoy tan atada a tu compañía que no quiero olvidarte jamás, no quiero recordar el vacío que era estar en una mesa para dos y el segundo lugar lo ocupaban las botellas de licor que había coleccionado por años.
Pero, contigo me quedaba dormida.
Usualmente se dice que no se lastima a quien se ama, pero estoy ensartada en un gran dilema ya que he aprendido que no soy una persona cliché por lo que merezco algo que rompa los límites de lo trillado. Pero llegas tú, tan típico, tan normal, tan todo lo que yo nunca llegaré a ser, y me golpeas fuerte en el corazón, me tambaleó, es inevitable la caída, pero entonces floto, y danzo, en el delgado hilo que me separa de emoción a sentimiento, de blanco a negro, del beso al sexo, del amor a las palabras, del tú a yo, me confundo, me dejo caer, mas, no lo hago, me permito ser libre entre tus brazos que no me dejan ver más allá de la cita que me decías; "Pobre amor del que pensamiento se alimenta." Pero tu amor se alimentaba de fantasías y el mío de poemas.
Me permito decir que estamos en un empate, tú medio me amas y yo medio te odio.
Pero, contigo no tenía pesadillas.
Y voy a la vinatería, pido dos botellas de ron con tus palabras atoradas entre mis dientes, con lágrimas que afirman que estoy derrumbándome, que tú ya no estás para abrazarme y que mis piezas rotas nunca vuelvan a caer. No estás aquí para decirme que siempre estarás aquí. No te culpo.
Aquí estoy con tu playera que me roza las rodillas amoratadas, tú me estás viendo desde la otra punta de la habitación con la expresión anonadada, has estado ensayando mi nombre, lo sé por la forma en que tus labios se curvan al pronunciarlo. Mi corteza se rompe, no te digo cuánto te quiero porque el amor no se mide en kilos, no te digo que estaremos juntos por siempre, porque siempre es más de lo que estaremos en esta Tierra, no te digo que eres la persona más importante para mí, ya que no eres un objeto al que le pueda asignar un valor, así que, hago lo único que sé hacer, tomo tu cara entre mis manos y con mi dedo diseño una sonrisa sencilla y amable, de esas que me dedicabas antes, me apartas, me rompes, me haces sufrir. Entonces tus manos toman mi nuca y me atraes hacia ti, o quizá yo me dejo acercar, tus labios saben al café que te hacía y que dejabas que se enfriara porque el café caliente era para personas que tenían prisa con la vida. Tus labios curan los míos, sé que esto terminará mal, sé que después de todo mi canción favorita me terminará recordando a ti (es por eso que se volverá mi canción favorita), pero me arriesgaré, porque "aunque no seas el amor de mi vida, ni de mis días ni de mi momento. Pero que te quise y que te quiero aunque estemos destinados a no ser."