Peculiar

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Era una persona mezquina.
Muy poco agradable a decir verdad.
Tenía muy pocas cosas buenas que decir, y un gran campo léxico para herir.
Observaba a todos despectivamente, y cada pocos minutos dejaba escapar un insulto diferente acompañado de un suspiro.
Y en el momento que alguien trataba de agradarle, ella sólo soltaba risitas y negaba con la cabeza, a la conversación que poco le interesaba, y en su mente sólo podía pensar: "definitivamente, una conversación conmigo misma sería más interesante que estas palabras vacías que salen por la boca de este zoquete."
Ponía música a todos volumen; fingía habitar en otra galaxia, fingía ser una nebulosa que coexistía armoniosamente con otros astros en el vasto universo: callado, tranquilo e inmenso.
Sus pétreos ojos jamás permitían espiar en su interior, no había rastro de sentimiento alguno, meramente una humana mecánica.
Mas, en la soledad de su habitación, en el rincón más escondido del universo, se recostaba, tan callada como siempre, tan gélida y dura, tan mentirosa como siempre; y sólo ahí, en la paz inquebrantable, su mente bulliciosa salía y sus emociones explosivas la ahogaban.
Torcía el gesto y se arañaba la pálida piel en un intento de no gritar.
Nudos en su garganta le impedían ser escuchada.
Estaba un frasco, ella era un frasco; herméticamente cerrado, pero, frágil como la hojarasca.
No siempre fue así, hubo un tiempo donde los cielos nublados la tranquilizaban; hubo un tiempo donde trato de hacerle entender al mundo su problema...sin embargo, todos creyeron que era otra de sus maneras de llamar la atención, ¿qué chica con la vida resuelta podría estar tan rota en su interior?
Supuso que con el tiempo pasaría, y así era, hasta que volvía a recostarse en la esquina más profunda del universo, ella y sus terrores frente a frente, intentaba todo para mantenerlos a raya, pero, la empequeñecían hasta reducirla a un manojo de lágrimas y nervios, siempre ahí, sus fieles amigos, siempre dejaban la promesa de volver, y así era, jamás sola.
Le gustaba dar largas caminatas, hasta el fin del mundo, donde no sus miedos no podían dañar a persona alguna, y cuando veía los atardeceres se sentía fuera de escena, como una espectadora más, mirándose a sí misma desde la lejanía, un rostro tan común que no resaltaría en ningún lugar, pero una personalidad tan irreverente que nadie pasaría desapercibida...viéndose desde ese plano, incluso a ella le parecía imposible discernir los secretos que ocultaba.
Solían decirle que era una chica bonita, ella sólo podía bufar y mascullar un par de ironías, ¿de qué le servía ser bonita si no podía arreglarse por dentro?, ¿qué importaban esos halagos si lo que ella quería escuchar era: "estoy contigo, vas a estar bien"?, ¡no era bonita!, ¡no lo era!, ¡estaba jodida!, ¿nadie se preocupa por eso?, seguramente si se hubiese pegado un tiro todos habrían dejado de fijarse en su "belleza".
Y por las noches, cuando el sueño parecía ganarle al vacío que sentía por dentro, se conciliaba con tiernos e imposibles pensamientos: "mañana estarás bien, mañana podrás hablar con todos como alguien común, sin temor a arruinarlo, ya no estarás sola."
Y al despertar, sólo podía pensar: "¿por qué sigo aquí?"
Mientras todo esto le sucede, sigan criticando por qué no se preocupa por su físico, mientras ella trata de salir de esa poza, ustedes sigan viéndola como si fuese una criatura extraña, mientras ella se muere, ustedes sigan preguntándose por qué es tan mezquina.

Nada Importante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora