Primer amor.
"Eres todo lo que yo quiero, pero en ti no lo quiero."
Hubiese preferido que esa noche te hubieras ido, pero yo fui la que te rogó que te quedarás, una noche más, sólo una, que me abrazaras como si estuviera siendo amada una vez más, porque tú eras todo lo que yo no quería, pero en ti lo quería. Y no te quedaste,
No temía a la oscuridad, pero cuando te fuiste, todo se torno negro, deprimente, sin ti, temía, por primera vez temía, temía de mi primer amor, temía que alguien me abrazara con tanta fuerza que las piezas explotarán en cientos de pedazos.
Cuando te fuiste, las noches dejaron de ser para dormir.
Segundo amor.
"Creo...creo que en realidad nunca te quise."
Estoy tratando de respirar mientras caigo, esta vez sólo te pedí un beso, pero sólo me abrazaste, un corto y tajante abrazo que me confirmó mis sospechas: decías la verdad.
¿Por qué dolían igual o más que la primera vez? Creo que no aprenderé jamás que el amor se trata de eso, un abismo de rotundo dolor.
Si te hacía feliz, yo te haría el favor de irme.
Cuando te fuiste, las pastillas dejaron de ser para la enfermedad.
Tercer amor.
"Yo...simplemente no puedo seguir mintiéndote cuando me miras con tanto amor."
No le pedí nada, se iría al fin de cuentas. Todos lo hacían.
El dolor se acumulaba poco a poco, el peso sobre mis hombros era demasiado, ya no buscaría a alguien que me reparara, porque finalmente, me destrozaría de nuevo como si fuera un pequeño Dios maligno que ama a su creación de una manera retorcida.
Cuando te fuiste, los poemas de sueños rotos cobraron sentido.
Último amor.
"Lo siento, pero tú también te irás."
Y corrí, corrí dejando en las manos de todos ellos los trozos de mi vida que nunca serían recuperados.
Porque los cafés se enfrían, los cigarrillos se acaban, las botellas llegan a su fin, la gente deja de esperar, la confianza se acaba y nunca se vuelve a amar con los mismos ojos.
