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Te he visto entre pestañas.
Entre conversaciones nítidas a las cuales no perteneces.
En mis deseos más oscuros y sinceros. Te deseo de tal forma que he comenzado a creer en la magia de las estrellas fugaces. Fuiste la estrella fugaz que impactó contra mi psique. Eres lo que más quiero, lo que más admiro del universo.
Corazón mío, arráncate de mí, vuelve a tu camino y se libre, en tu locura y dolor, vuelve a tu pureza, a tu encanto nato, deja de fingir que te tengo alrededor de mi dedo, deja de fingir que soy la persona indicada para tu corazón amargo y herido.
Me basta mirarte para encontrar la calma, la tormenta en un vaso de agua, eres todo y nada, a eso nos resumimos, a más nada que todo, y todo por nada. Arriesgo todo por ti y me tratas con indiferencia, me doy la vuelta para continuar mi camino entre tropiezos y tiras de mi mano para acercarme.
Cada vez que me encuentro cayendo, me estabilizas, me sigues la pista hasta que notas que soy capaz de valerme por mí misma, te intentas alejar, en el transcurso tu miedo supera tu ego, todo el terror de ya no tenerme flotando a tu alrededor aparece, sin pensarlo dos veces, me arrojas al fuego, y como un héroe enfrías el ardor de mis ojos, me haces creer que te necesito, mas de quien tendría que tener pánico es de ti (y dudo que carezca de él).
Te miro a través de mi ventana, el brillo audaz de tus ojos marrones deslumbra en el atardecer, luces como una melodía entre todo el caos. Entre las sombras dibujo tu silueta con mi dedo, viendo que encaja a tu medidas, que resultan ser las perfectas, al menos en ti lucen perfectas, proporcionales y exactas para poderlas unir a mi línea y que formen un desastre irregular del que no queramos volver a salir, donde estemos protegidos por el más encantador destello de dolor que provocamos mutuamente.
Te he querido tanto que estaría dispuesta mil veces a decir: "Ésta es la última oportunidad"; tú eres la única oportunidad, eres mi decisión sea el contexto que sea, te doy mi alma a ti, te doy mis flores a ti, te doy mi invierno a ti, te doy mi voz a ti, te doy mis pasos a ti, te hago acreedor del alma empobrecida por las experiencias de una chica asustadiza, y dispuesta a entregarte sus lunares del cuello por una simple mirada.
Te he visto rodeado de hermosos cristales sin valor, disfrutando como si fuese una lluvia veraniega, tu piel brilla bajo los jades opacos, y mi alma llora antes los topacios cristalinos rotos, tan fríos, rotos...dolorosos, se encargan de mantenerme aunada al dolor. Nunca esperé nada de ti, y aun así duele el saber de tu traición, de tu maldita e impresionante manera de lastimar al más delicado ser con tanto desinterés, transformas un diamante a grafito, y le das alas para posar entre letras sus más temibles miedos: tú.
Desearía que estuvieras aquí esta noche, pero, claro, eres el centro del universo que si te atreves a detenerlo desaparecerá, desapareceré, sigue caminando por las mismas calles, cambiaré mi rumbo, sigue usando la misma ropa, cambiaré mi suéter raído, sigue riendo de la misma forma, haré de mi canto celestial la voz de un ave, sigue siendo tú, tan tú como puedas, mientras yo me transformaré, repitiendo el día que nos conocimos en la cabeza, las palabras duras que dijiste, el amor falso que me diste, la miradas que me entraron al alma, las manos que arrancaron el corazón frío, sigue siendo así, como te conocí, y nota como renazco de las cenizas, véame elevarme en espirales de nubes y esperanza, sea así, tan idiota y soberbia, véame como subo, vea como alguien que lo amo (y probablemente sigue amando) puede ser tan indiferente...y en ese momento notará cómo duele, cómo rompe, cómo se llora, cómo se debe cuidar un alma...

Nada Importante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora