Siento las toxinas corriendo por mi cuerpo, pican en mis manos y en las plantas de mis pies, como electricidad que arde desde adentro, es tan doloroso, trato de acallarlo corriendo a cualquier lugar.
Digo que odio este lugar, mas no puedo arrancarlo de mi piel. No puedo detener el torrente de lágrimas que me ataca al pensar a qué lugar tendría que ir. Yo no pertenezco a ningún lugar, a ninguna persona, soy energía flotando en el espacio, perdida...y derrotada.
Y he cometido el peor error de mi vida; he vuelto mi mirada hacia el pasado.
Desde el primer momento en que mis pulmones se llenaron del oxígeno de este mundo dañado, mi destino se había marcado, ahora no puedo parar el curso natural de las cosas, el desastre estaba marcado en mi vida.
Creí que me curaría; no fue así.
Puedo ver profundo dentro de las personas, descubrir sus más profundos deseos, notar qué tanto las he herido, incluso saber cuándo no me aman. Soy incapaz de darme cuenta de lo que me daña, de qué me tengo que alejar para ser feliz.
Me escondí entre luces estrambóticas, palabras dulces susurradas al oído en noches heladas, poesía barata escrita por personas que no entienden en qué va el universo y lo comparan con su amor, me gustaba esa poesía barata.
En pinturas de acuarela encontré el paraíso y en dibujos con carbón el infierno. En la sociedad mi terror y en mi mente un lugar reconfortante en el que podía recostarme a gritar silenciosamente.
Me puse en mi mejor vestido de noche, salí a las tinieblas y vi el mejor amanecer de Turquía, entre
mesquitas, arrojé la única carta que un chico estúpido me dio una vez, en su momento creí que era la cosa más preciada que podía poseer, ahora sólo lo veo como un trozo de papel que rellenaba un espacio en mi oscuridad. Y pensar que una vez pude amarlo, y pensar que una vez tuve corazón para amar...
No podría transmitir esta depresión ni con mil poemas, ni con mi muerte podrían entenderlo, y si a cualquiera le pidiera un abrazo sentiría una vorágine de pena por mí, la súbita necesidad de sostenerme sería inevitable, ese no es mi deseo, si antes pude sobrevivir en silencio, ahora podré hacerlo mejor.
Una vez más me compacté en un armazón impenetrable, donde el aislamiento dejaría que recordara que la frialdad y la amargura falsa me protegía de la hostilidad del mundo.
Una vez un ángel decidió ser egoísta, decidió llorar y demostrar que no era tan bello como aparentaba, que las alas podían elevarla lo suficiente para que la caída la dejara adolorida. Fue condenada al infierno, fue apedreada y la piel nívea rasgada por la incomprensión. Una vez un ángel perdió las alas, y alzo vuelo creando un mar de lágrimas a su alrededor y sólo dejo que el aire gélido del paraíso la llevara entre sus arrulladores brazos, viendo desde lo alto a los hombres crueles que habitaban su preciada estancia, dejó caer algunas lágrimas, los hijos de la tristeza, del dolor, los únicos que pueden ver belleza en lugares secretos, personas que están demasiado asustadas de mostrarse como son, evitan contacto, vagan solas por el mundo. Seres míticos, y quizás uno esté ahogándose en fuego a tu lado, libéralo, permítele tu corazón, acúnalo con canciones dulces y besa sus heridas porque sólo nosotros sabremos amarte de la manera más ferviente que hay. Estamos perdidos en el mundo, guíenos a casa, muéstrenos que aun hay esperanza.
Por favor...