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"this is what makes us girls we all look for heaven and we put love first something that we'd die for, it's our curse don't cry about it, don't cry about it"
This Is What Make Us Girls - Lana del Rey
28 DE JUNIO DE 1996
Los búhos interrumpieron el desayuno en la Mansión Malfoy. Narcissa dejó el Profeta a un lado y miró a sus dos hijos: Draco había terminado su tostada unos minutos antes y simplemente estaba sentado a la mesa para tener compañía, mientras Maia removía su cereal con una cara aburrida. Los dos búhos marrones se posaron en la esquina de la mesa más cercana a la ventana y esperaron impacientemente a que Narcissa les diera algo de comer.
"Ambos nombres están aquí. ¿Ya es fecha de los TIMOS?" preguntó la mujer rubia.
Draco extendió la mano para arrebatar los sobres de las manos de su madre y dejó el que llevaba el nombre de Maia Narcissa frente a su hermana, mientras él rompía el suyo. En unos segundos leyó el contenido, resopló y luego arrojó el envoltorio frente a su madre.
"Ya no tengo hambre. Voy arriba."
Maia sabía que no estaba reaccionando así por sus notas de los TIMOS, sino por la marca que latía en su antebrazo: era algo tan intenso que Maia pensaba que lo estaba sintiendo ella misma. Compartió una mirada con su madre, quien apretó los labios en una línea delgada mientras sus ojos se humedecían. A Maia le dolía verla así; a pesar de todo, era su madre, así que lo intentó.
"Saqué E en los ocho TIMOS que tomé." Maia leyó en voz alta mientras revisaba todas sus materias: Encantamientos, Transformaciones, Herbología, Defensa Contra las Artes Oscuras, Pociones, Astronomía, Historia de la Magia y Aritmancia.
Maia, perdida en sus pensamientos, no prestó atención a Narcissa, que la estaba felicitando. En otro momento, se habría sentido orgullosa, podría haber presumido de ello, pero no sabía por qué ese tipo de control no la hacía feliz. Con esas notas en los TIMOS, podría tomar todos los EXTASIS y probablemente terminar siendo aceptada en cualquier academia, incluso en el Ministerio. Pero ¿qué academia respetable iba a querer aceptar a la hija y hermana de mortífagos? ¿Quién garantizaba que cumpliría diecisiete años y llegaría a tomar esos exámenes?
"Entonces, ¿has decidido qué profesión quieres ejercer? Estoy segura de que serás capaz de cualquier cosa, querida."
Una sola lágrima rodó por su mejilla y cayó sobre el pergamino, donde los ojos de Maia seguían fijos. "No estoy segura todavía, madre."
EN LA ACTUALIDAD
Si alguien pudiera entrar en la cabeza de Maia, probablemente explotaría por la mezcla de emociones que sentía la chica. Estaba enfadada: no estaba acostumbrada a sentirse tan sometida y tan humillada —ese hombre todavía no sabe quién soy, se repetía una y otra vez, porque si lo supiera ya se habría tragado su propia varita; y de la rabia surgía la frustración, ya que tenía muchas ganas de darle una lección a Amycus Carrow. ¿Cómo se atrevía a ponerle la mano encima? Por supuesto, si alguien se enterara de esto, Carrow probablemente no sobreviviría otra noche. Sin embargo, sabía que debía guardar silencio, porque seguramente, si alguien la veía vagando con el labio sangrante, empezarían a susurrar y a hacer preguntas, y eso era algo que no estaba dispuesta a tolerar.
