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"don't ask if i'm happy, you know that i'm not but at best, i can say i'm not sad 'cause hope is a dangerous thing for a woman like me to have"
Hope is a dangerous thing for a woman like me to have - Lana del Rey
1 DE SEPTIEMBRE DE 1991
Maia sonrió. Finalmente estaba en el andén 9 3/4.
Era exactamente igual a como se lo habían descrito, pero mucho más mágico. Los niños corrían de un lado a otro, despidiéndose de sus familias y buscando a sus amigos para ocupar un compartimento en el tren. Maia estaba asombrada por tal escena; definitivamente superó sus expectativas. Observaba a los magos y brujas aparecer a través de la pared, algo que la había fascinado desde el momento en que lo vivió, empujada por su padre.
Lucius ya había dejado su equipaje en el tren y había regresado para despedirse de sus hijos. Draco parecía mucho más emocionado que Maia, pero eso no significaba que la pequeña no lo estuviera. Era el sueño hecho realidad: finalmente iba a ser una poderosa bruja.
"Niños, es hora." dijo Lucius con una pequeña sonrisa en los labios. Maia pensó que era una de las pocas veces que lo había visto sonreír genuinamente fuera de casa. "Slytherin tendrá suerte de tenerlos a los dos. Háganos sentir orgullosos."
Draco sonrió ampliamente, levantando la vista para hacer contacto visual con su padre. Maia, mientras tanto, mostró una sonrisa astuta. Narcissa abrazó primero a Draco, luego lo dejó despedirse de su padre.
"Amor," empezó Narcissa con los ojos llenos de lágrimas. "Lo harás genial. No hay nada de qué preocuparse. Te escribiremos al menos una vez a la semana." Luego dirigió su mirada hacia Lucius. "No escuches a tu padre; te querré sin importar qué, ¿de acuerdo?"
"Yo también te querré sin importar qué, madre." Maia abrazó el cuerpo de su madre, ya que todavía era demasiado baja para alcanzar sus hombros.
Narcissa tragó imperceptiblemente y abrazó a su hija con fuerza. Esperaba que el destino no destruyera ese amor que los unía.
Lucius no era muy afectuoso, pero Maia ya se había acostumbrado, así que no se quejó cuando su padre simplemente le apretó el hombro con una pequeña sonrisa. Draco y Maia se miraron y sonrieron ampliamente: su aventura comenzaba allí.
En el compartimento se sentaron con dos chicos muy altos y grandes cuyos rostros no transmitían confianza a Maia, mientras que Draco los había reclamado instantáneamente como secuaces, diciendo que no parecían muy inteligentes y que probablemente no les importaría ser manipulados, ya que era un Malfoy, una de las familias más destacadas y reconocidas en el mundo mágico. Maia miró alrededor, pero no vio a nadie con quien hacerse amiga, mucho menos personas para saludar como secuaces.
