sixteen

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« 𝘆𝗼𝗿𝗶𝗶𝗰𝗵𝗶 & 𝘀𝘂𝗺𝗶𝘆𝗼𝘀𝗵𝗶 »


☼✧ De síntomas y preparativos ✧☼



-¡Espera, espera, espera! -Suyako se cubrió sus labios, casi incapaz de contener la carcajada naciente en su garganta. -¡¿Es enserio lo que estás diciendo?!

Todo el rostro de Sumiyoshi tomó tonalidades rojizas hasta llegar a las puntas de sus orejas. Jugó nerviosamente con la bola de lana azul que tiene en sus manos, haciéndola una maraña entre sus dedos. Bajó su cabeza con timidez, no queriendo observar cómo su mejor amiga se burlaba de él -probablemente, se lo recordaría toda la vida-, y consideró seriamente la decisión de contarle en primer lugar.

-¡Sí es verdad! -La chica desistió en verse educada y se lanzó a reír en una fuerte carcajada después de que su amigo se quedó en silencio un buen rato, confirmando así lo que decía. Ella pegó un golpe a la mesa baja con su mano al no poder creer lo que escuchaba. -¡No puede ser cierto! ¡¿En serio tú...?!

Sumiyoshi gimió bajito, se inclinó sobre la mesa para jalar del cabello negro de su mejor amiga, aferrándose a su coleta baja.

-¡Ya deja de exagerar!

-¡Pero me dijiste que no tenías problema y que si quería podría burlarme porque claramente fuiste un tonto!

-¡Lo dije por cortesía porque no quería que le dieras importancia! -Se quejó Sumiyoshi golpeando la mesa al igual que Suyako, pero en su situación era con un tono por malcriadez. Volvió a su lugar, sentándose recto. -¡Cuando alguien dice eso, es porque no quiere que te rías a su costa!

-Ya, ya, perdón.

Sumiyoshi solo escondió su rostro entre sus palmas, sintiéndose muy avergonzado.

Después de la velada tan perfecta como la de anoche, no pudo descansar lo suficiente. Estaba demasiado feliz como para quedarse dormido, su cerebro mandándole señales de alegría, ordenándole a todos sus sistemas que mantuvieran activo su cuerpo y eso es exactamente lo que estaba haciendo.

No podía dejar de verse a un espejo.

Casi parecía algunas de esas princesas que veía en las obras de teatro, quienes tan narcisistas, no dejaban de verse en un espejo para adular su propia belleza. Ahora mismo, él tenía también un espejo en manos que llevaba de arriba hacia abajo, pero con la diferencia de que apreciaba el pendiente hanafuda que adornaba su oreja izquierda, amando por completo la madera tintineando cada vez que se movía.

No podía dejar de soñar despierto. Estaba realmente feliz de portar algo de Yoriichi.

Era como una marca de pertenencia simbólica, como si en palabras mudas su alfa estuviera reclamándolo como suyo. Y bueno, él no era nadie para negar lo obvio.

Por supuesto que Suyako no dejaría pasar por alto su sonrisa constante, menos cuando apenas se levantó esa mañana; ella abrió su boca en señal de sorpresa, para luego reírse en pequeñas risas tontas que no pudo ahogar ni ser discreta.

Ella señaló el pendiente de Yoriichi y él solo pudo saltar con alegría al recordar el regalo de compromiso de su alfa.

Y luego, simplemente le dijo que se iba a casar.

Suyako no daba para más con tantas noticias -probablemente ninguno de los tres podía procesar todo lo que había pasado en tan solo un día-, así que tan animada como siempre, lo arrastró hacia los tatamis* de la entrada principal, aquella que tenía una buena vista hacia afuera, solo para empezar a planear sobre la boda que se llevaría a cabo. Sin embargo, él le dijo que no quería planear nada sin Yoriichi, después de todo, era el alfa quien sabía que tanto podrían hacer.

una segunda oportunidad para hacer las cosas bien ⋆⌇ 𝘺𝘰𝘳𝘪𝘪𝘴𝘶𝘮𝘪¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora