una segunda oportunidad para hacer las cosas bien ⋆⌇ 𝘺𝘰𝘳𝘪𝘪𝘴𝘶𝘮𝘪¡!

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☼✧ 𝐢𝐧𝐬𝐭𝐢𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐲 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 ✧☼

Yoriichi quería decir que las cosas con Sumiyoshi se habían vuelto extrañas, que tal vez era prohibido dejarse llevar por sus instintos.

Sin embargo, internamente su corazón le decía que no estaba mal enloquecer un poco cada vez que lo veía cada mañana apenas despertaba a su lado, que tal vez era correcto acariciar su mejilla y jugar con su cabello suelto para tratar de despertarlo, que estaba bien que apenas el omega abriera sus ojos, él se inclinara a besar sus labios varias veces sin dejar que el otro le diera ni siquiera los buenos días porque sabía que una vez terminaran de besarse, Sumiyoshi le regalaría la sonrisa más hermosa de todas para luego preguntarle si había dormido bien y una vez él respondiera que sí, Sumiyoshi le devolvería un beso más cariñoso.

Yoriichi en serio quería pensar que estaba mal lo que estaban haciendo, quería darse falsas excusas buscando cualquier cosa que indicara que estaba mal.

"Sumiyoshi es menor, tiene apenas dieciocho años", pero las personas se enlazaban desde los dieciséis años. Además, todo aquello se le olvidaba cuando lo sostenía por su pequeña cintura, apegándolo más a su cuerpo sintiendo como los dos pechos del omega chocaban contra sus pectorales. Sumiyoshi era un omega ya desarrollado.

"Tal vez lo estas forzando a corresponder todas tus caricias", pero luego Sumiyoshi lo tomaba desprevenido cuando estaban los dos solos, rodeando su cuello con sus brazos mientras inclinaba su cabeza hacia arriba para perseguir sus labios.

"Tú celo debe estar por llegar", pero Yoriichi dejó de tenerlos después de que Uta falleció.

"Él debe estar por entrar en su celo", pero Sumiyoshi había terminado su celo semanas después de su primer beso.

"Tú... Tenías esposa, esto está mal", pero Uta ya no estaba en esta vida. Y estaba seguro de que ella más que nadie estaría de acuerdo con que siguiera con su vida.

Todas aquellas excusas que trataba de buscar para terminar lo que tenía con Sumiyoshi eran un poco tontas, tanto que en algún punto solo dejo de buscar excusas y se permitió disfrutar de todas las sensaciones que tenía cuando estaba junto a él.

"Rodea su cintura, toca sus mejillas, agarra sus manos, juega con su cabello, cárgalo en tus brazos, colócalo en tu regazo, colócate encima de él, bésalo en sus labios". Se repetía como un mantra cada vez que tenía a Sumiyoshi para él, cuando ambos estaban solos.

Todo, se permitió hacer todo eso.

Se permitió hacer todo hasta donde creyó correcto y cada vez que creía que se estaba sobrepasando con él, Sumiyoshi le indicaba que estaba bien que lo hiciera.

"Entierra tu nariz en su cuello, márcalo con tu aroma".

Era el acto más íntimo que un omega podía permitir a un alfa con el que no estaba enlazado y, sin embargo, Sumiyoshi lo había elegido a él para que hiciera ese tipo de cosas.

Sumiyoshi lo escogió a él.

No habían hablado de que era a lo que querían llegar, pero pareciera que ninguno de los dos le importaba en ese momento. Solo permitirse sentirse mutuamente, saciar todo aquello a lo que se habían negado desde semanas de tensión, semanas en las que compartían sonrisas y miradas con segundas intenciones, semanas en las que perseguían sus labios con tanta desesperación, semanas en las que querían tocarse libremente.