La encarnación del terror

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En los recónditos pliegues de la existencia misma, yacía un joven normal cuya apariencia comenzó a desvanecerse en la penumbra de lo desconocido. Su atuendo de sombras envolvía su ser, una piel pálida como el abismo le coronaba, y sus cabellos se desplegaban como la negrura de la noche sin fin.

A medida que su metamorfosis silenciosa se consumaba, el mundo a su alrededor se tornó un eco de temor y respeto. El eco de sus melodías proferidas con siniestra armonía erizaba los vellos de los presentes, su voz en la escuela se tornaba en gritos nocturnos sin fin, un himno de soledad y desazón que nadie osaba interrumpir.

Un fantasma viviente, envuelto en el misterio de su mutación, vagaba en el silencio de su peculiaridad. Su aura era un hálito de muerte, una presencia que congelaba la sangre de aquellos que se cruzaban en su camino.

En raras ocasiones en las que la boca de este ser serpenteante se abría, profecías y maldiciones surgían con eco de ultratumba, horripilantes y sombrías, proyectando un destello de su verdadera naturaleza. Se decía que podía ver el hilo del destino, tejiendo con su voz los patrones de la vida y la muerte.

Se cuenta que la necesidad de alimento se desvaneció de su existencia, un presagio ominoso de su desencuentro con la humanidad. La muerte de una joven arrebatada por su obsesión marcó un punto de no retorno en su errante camino.

En un reto impensado, provocado por sus pocos compañeros en un intento fatuo de broma, se le desafió a enfrentar su propia aniquilación. Mientras una gran bocina resonaba con la melodía de "Cradles" de Sub Urban, la daga de destino se hincó furiosa en su cráneo, una vez, dos veces, siete veces en un ritual macabro que desafió a la misma muerte, pero su ser seguía custodiando la frontera entre la vida y el más allá.

En la plaza de la escuela, con voz que resonaba como el rugido de un leviatán, proclamó desafiante: "¿Acaso alguien más anhela retarme?"; mientras la sangre tiznaba sus vestimentas funestas y su sonrisa sarcástica se erigía triunfante, sin un ápice de dolor en su semblante.

El suelo se agrietó, la tierra se alzó para abrazarle en su seno en un gesto ominoso. Un terremoto sacudió el universo, el sol se rindió ante la luna en un acto de luto y los ataúdes del silencio envolvieron la escena. En medio del caos en susurro sepulcral, una cacofonía de burla irónica resonó entre sus labios entreabiertos.

Un beso en su mano, un gesto final de despedida, marcó el final de su presencia en este plano terrenal. "Volveré, seres patéticos", sopló con el resplandor de la luna menguante, antes de que la oscuridad eterna lo engullera y su risa desafiante resonara hasta desvanecerse en la vastedad del abismo.

Ahora,ha vuelto, ha regresado, el portador de la locura humana, el guardián de las llaves de la muerte y el sepulcro.

"Susurros De La Madrugada"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora