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𝗔𝗴𝗮𝘁𝗵𝗮 𝗦𝗶𝗹𝘃𝗲𝗿

Las risas, el chapoteo del agua, niños corriendo, etc... se veía por el parque acuático.

—Podrías venir un día a casa—le dije a Tory—. Hay sitio de sobra, de hecho sobra demasiado, y me aburro.

—Bien, será divertido vivir en esa casa por un día—respondió.

Le sonreí divertida.

—¡Ey, Agatha!—escuché la voz de Robby.

Lo miré con una sonrisa.

—Alguien ha vuelto de México—canturreó Tory.

—Te veo luego—le dije a lo que ella asintió.

Me acerqué a Robby mientras sonreía.

—Hola—saludó cuando llegué a él.

—Hola—saludé yo también mientras apoyaba mis manos a ambos lados de su cuello para besarlo.

Cada día me gustaba más hacerlo.

Cuando el aire comenzó a faltar, nos separamos. Tomé sus manos.

—Te he echado mucho de menos—comenté.

—Y yo a ti.

—¿Qué tal en México? ¿Fuiste a la playa con tu padre?—le pregunté.

—Am... fue otro tipo de viaje—respondió—. Solucionamos algunos de nuestros problemas. Hay otros que costará solucionar.

Miró hacia donde estaba Miguel.

》Oye... le he dado vueltas a algo y quería saber si... te plantearías dejar Cobra Kai un tiempo.

Fruncí el ceño ante su propuesta.

—¿A qué viene eso?—cuestioné.

—Ya sabes lo que hizo Kreese—dijo—. Y siento decirte que tu abuelo es mucho peor. Sal de ahí antes de que la cosa empeore.

—No puedo—respondí.

—Si yo pude, tú también—dijo—. Tu abuelo ya te manipuló en el torneo, y seguirá haciéndolo mientras estés ahí.

—Oye, me alegro mucho de que estés mejor con tu padre—mencioné—. Y si quieres dejar el dojo, adelante. Pero no me digas qué hacer.

》Yo decidí hacerle caso. Ya soy mayorcita y puedo decidir.

—Vale—suspiró.

—¿Qué te parece si vamos a probar el Typhoon?—le pregunté cambiando de tema—. He oído que tiene una caída de cinco pisos. Es una pasada.

—Bien.

Tomé su mano para comenzar a caminar hacia unas hamacas.

—Te he guardado un sitio—informé mientras apoyaba mi bolso en una de las hamacas para guardar mis pantalones.

—Gracias.

Le sonreí antes de que él se quitara la camiseta.

Madre mía.

Quiero decir, ya lo había visto así en el torneo, pero de cerca es otra cosa.

Era un bombón.

—Oye, acosadora. ¿Te parece que vayamos ya al tobogán?—cuestionó—. Sé que soy irresistible, pero estamos en un sitio público. Podrás mirar e, incluso, tocar más tarde.

Me guiñó un ojo mientras que yo sentía como mis mejillas se calentaban.

Se acercó para tomar mi mano y comenzar a caminar así.

𝗦𝗶𝗹𝘃𝗲𝗿'𝘀 𝗽𝗮𝘄𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora