•16•

568 43 0
                                    

𝗔𝗴𝗮𝘁𝗵𝗮 𝗦𝗶𝗹𝘃𝗲𝗿

En el dojo, entrenábamos golpeando el aire y luego haciendo una flexión.

—Silver—escuché la voz de Kim—. El doble de rápido.

Suspiré para después aumentar mi velocidad.
Si ha era cansado hacerlo a velocidad normal, así de rápido ni os imagináis.

En una de estas, me detuve al ver a Robby entrar al dojo.

Fruncí el ceño confusa.

—Señor Keene—dijo mi abuelo—. ¿A qué debemos el placer?

—Vengo a disculparme—lo miré aún más confusa. Él se giró para mirarnos a todos—. Os decepcioné. Os dejé tirados. Entonces no lo entendí, pero ahora sé que me equivoqué. No debí irme... Debí llevaros a todos conmigo.

》Lo que se enseña en este dojo es una mierda.

Lo miré, sorprendida, intercalando la mirada entre él y mi abuelo. Dudaba que eso fuese una buena idea.

》Aquí se sufre y todo se basa en el miedo porque este hombre no es vuestro sensei, sino vuestro enemigo.

》Pero aún estáis a tiempo. Aún podéis dar marcha atrás. Y os prometo que hay otro camino.

Mi abuelo aplaudió, sarcásticamente.

—Muy valiente, señor Keene—dijo mi abuelo acercándose a él para quedar frente a frente—. Muy valiente. Ya te hemos oído. Ahora hablaré yo.

》En posición.

Hicimos lo que dijo.

》Pierna derecha atrás, ¡kia! Golpe directo, patada lateral, ¡kia!

Volvimos a hacer caso.

》No es lo mismo que te oigan a que te escuchen. Te han oído, pero me escuchan a mí. Ahora, si no te importa, tienen que entrenar.

Mi abuelo se giró hacia nosotros.

》Si el señor Keene o alguno de sus amigos vuelven a pisar este dojo, ¿cómo reaccionaremos?

—¡Sin piedad, señor!—respondieron todos a excepción de mí.

Miré a Robby y él me sonrió de lado antes de irse.

—Venga, seguimos—continuó mi abuelo.

[...]

Venga. Vamos, vamos—dijo mi abuelo mientras corríamos alrededor del tatami—. Parad. Ya está bien.

Nos detuvimos.

Kiotsuke. ¡Rei! Podéis iros.

Comencé a caminar hacia mi bolsa, deseosa de un buen trago de agua, pero la voz de mi abuelo me detuvo.

》Salvo tú, Agatha. Tú quedate un poco más.

Me hizo una señal para que lo siguiera.

Fuimos a la otra parte del dojo donde también se hallaba Kim. Allí, algunos senseis, levantaron una estructura de piedra con forma de persona.

—¿Qué es esto?—cuestioné.

—Es tu enemigo—respondió Kim—. Destrúyelo.

Fruncí el ceño para después acercarme a la estructura, asegurándome de que era piedra.

Miré a mi abuelo.

—Esto es piedra—mencioné en forma de queja—. Me romperé la mano.

—Se habrá curado para el campeonato—respondió Kim.

No podía estar hablando en serio.

Resoplé.

—Es una locura—comenté—. Paso.

Me giré para irme pero los senseis restantes se pusieron en medio, bloqueando la salida.

—Te irás cuando acabe la clase—dijo Kim.

—¿Por qué debo hacer esto?—cuestioné.

—Es tu castigo—habló mi abuelo.

—Ya me castigaste el otro día—recordé.

—Te dije que era uno temporal—comentó—. Y como veo que no aprendes, pensé en esto.

Fruncí el ceño.

Se estaba volviendo loco.

》Tenemos toda la noche. Pero de aquí no te vas a ir hasta que la piedra esté rota.

Tragué saliva mientras me giraba hacia el muñeco poniéndome en posición.

Calculé con el puño el medio de la piedra antes de lanzar un puñetazo fuerte, pero fue como si nada.

Solté un quejido de dolor.

—Tienes que darle más fuerte—me dijo Kim—. Para romperla, tienes que usar toda tu potencia.

Volví a intentarlo, fallando de nuevo.

Jadeé mientras cogía mi propia mano.

—¿Lo estás intentando?—cuestionó la pelinegra.

Respiré pesadamente intentándolo de nuevo, pero seguía sin ocasionar efecto alguno en la piedra. La golpeé varias veces seguidas, manchando la piedra de sangre, pero no se rompía.

Me agaché notando como mi mano dolía hasta el punto en el que sentía como si me estuviesen cortando los nudillos.

Solté un quejido más fuerte que antes.

—Algo te está reprimiendo—concluyó Kim.

—No puedo hacerlo—sollocé.

—Es ese chico, ¿a qué sí?—cuestionó haciendo que la mirara. Ella soltó una pequeña risa—. Finges ser fuerte, pero por dentro eres débil.

—¡No es verdad!—respondí—. ¡No tienes ni idea!

—Tus emociones de te hab debilitado—continuó ella.

—¡No!

—Te importa más ese chico que el dojo de tu abuelo y su legado—respondió.

Me levanté con rabia.

—¡Corté con él precisamente por eso, zorra!—exclamé para después lanzarle un puño, pero ella se apartó haciendo que rompiese la piedra.

Grité de dolor mientras caía al suelo.

—Sería una decisión dolorosa—mencionó mi abuelo—. Pero fue la correcta. Espero que sigas decidiendo bien.

—¡¿Para qué?!—grité mientras reunía todas las fuerzas que me quedaban para levantarme—. ¡A ti no te importa lo que haga! ¡Nunca estarás satisfecho!

—Ahora mismo lo estoy—respondió antes de irse.

Lo miré incrédula mientras que algunas lágrimas bajaban por mi rostro, de dolor y rabia.

—La clase ha acabado—terminó Kim.

Miré mi mano dándome cuenta de lo mal que estaba.

[...]

T

ras curar mi mano, me acerqué a la casa de Tory donde supuse que estaría.

Llamé al timbre y no tardó en abrir.

—Tenemos que acabar con Cobra Kai— dije.

23•05•2024

No olvidéis votar y comentar♡.

𝗦𝗶𝗹𝘃𝗲𝗿'𝘀 𝗽𝗮𝘄𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora