{3} La leyenda del Santuario

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Narra (T/N)

—Su cosmos, Saori es la verdadera Athena —. Pronunciaba el de cabellos verdes.

Después de la batalla contra el caballero dorado, sabíamos que tendríamos que ir al Santuario a descubrir lo que se ocultaba ahí.

—Ya lo creo—. Decidí comentar—. No cualquier persona emana un cosmos igual al de ella.

Hyoga, quién siempre estaba con su cara de amargado, se giro hacia Shun.

—Cambiando de tema—. Pronunció el rubio—. ¿Has tenido noticias de tu hermano Shun?— Le preguntó haciendo que esté se ponga un tanto incómodo.

—Que pregunta Hyoga—. Le vociferó el caballero dragon—. Sabemos que el dicifil contactarlo, ya llegará—. Finalizó, colocando su mano en el hombro de Shun.

—No se preocupen, yo conozco a mi hermano, ya vendrá.

—Ojala no tarde—. Pronuncie sin pensar, pues necesitamos de su ayuda.

Cuando terminamos la conversación, cada uno iba a retirarse. Pero no avanzamos muchos pasos, pues una flecha paso a gran velocidad junto a nosotros. Nos pusimos en posición de defensa pensando que no se dirigía hacia nadie. Mi sorpresa fue cuando está flecha que incrustó en el pecho de nuestra Diosa.

Quién al recibir la flecha cayó hacia el suelo, siendo salvado por Pegaso, quién la sostuvo antes de que tocara el suelo.

Nosotros cuatro fuimos corriendo en dirección a Saori, cuando llegamos busqué con la mirada quién le había hecho daño. Cuando lo encontré, tuve que controlarme para no matarlo ahí mismo.

—¿¡Quién eres!?— Le grite con todas mis fuerzas.

—Es un humilde regalo del Patriarca.— Dijo el muy imbécil, para después salir corriendo de allí.

—¡Voy por el!— Grito Shiryū

Me hinque hacia Saori. Se le veía bien, pero su pecho no.

—Oye—. Llame su atencion—.¿Te duele mucho?

Está me dio una cálida sonrisa y respondió:

— No, se siente algo extraño pero no mucho—. Nos dijo para no preocuparnos.

Sé que mi compañero Shiryū logrará acabar con el enemigo.

Decidimos llevar a Saori a su habitación a qué descansará, y nosotros ir a la nuestra ya que mañana iríamos a enfrentarnos al Santuario.

Al día siguiente, todos nos levantamos, para dirigirnos hacia la pista de aterrizaje donde partiríamos hacia el Santuario.

Tatsumi se encontraba llorando junto al pie del avión, mientras que nosotros pusimos nuestros dijes en un círculo, cada uno traía puesta su armadura. De ese pequeño circulo de cinco dijes, salió una inmensa luz dorada que apuntaba hacia el cielo.

Seiya inseguro le pregunto por milésima vez a Saori:

—¿Estás segura de esto? En el Santuario debe haber cosas terribles que no has visto nunca.— Trato de hacerla recapacitar.—¿Estás segura?

La pelimorada asintió con decisión, está también había tomado la decisión de cortarse el pelo, pero yo lo prefiero mil veces largo, pero igual se ve linda.

Me acerqué a ellos para poder hablar, pero el odioso de Seiya se me adelantó.

—Pues no te preocupes, nos aseguraremos que llegues allá sin problema alguno.— Dijo señalando el portal con destino al Santuario.

—Yo confío.—Aseguro con amabilidad.—Les prometo que llegaremos a salvo.

Seiya le sonrió y los demás asintieron. Ya todos se habían adentrado al portal, Shiryū, Hyoga, Shun y yo entramos primero, mientras que Seiya y Saori fueron los últimos ya que está última quería despedirse de un lloroso Tatsumi.

Sentí a mis espaldas que aquel portal se había cerrado, dejando así nuestra pelea en el Santuario.

Cuando por fin llegamos al Santuario, me quedé boquiabierta al ver tal maravilla, este lugar era asombroso. Parece que Saori pensó lo mismo pues cayó de rodillas ante la vista.

—¿Este es el Santuario?— Pronuncio con dificultad.

Todos empezamos a subir unas escaleras que había.

—¡Oigan! ¿Que están haciendo?¡Démonos prisa!— Dijo el caballero de Pegaso.

—¡Seiya!¡Espera un poco!— Interrumpió Saori.—Es que no tengo fuerza.— Confesó con pena.

Todos empezamos a míranos entre si, preguntándonos quién la llevaría. Al final todos pensamos lo mismo, menos Seiya quien fue el encargado de llevarla.

—¿Por qué tengo que cargarte yo?—pregunto un Seiya fastidiado.

—¡No te quejes!—Le dijo Shiryū.— Eres el indicado Seiya.

No pude evitar no reírme, pues me encantaba lo sarcástico que era Shiryū.

—No me digas que te avergüenza.— Se burlo Hyoga.

—Hyoga no es eso, ¡tonto!

Seguimos corriendo, pues cuanto antes pasáramos las doce casas más rápido llegaríamos donde el Patriarca.

—Oye.—Llamo Seiya.—¿Ya viste eso?

—¡Increíble!—Confeso Saori.

Paramos de correr en el momento que Shiryū empezó a darnos la explicación de las doce casas.

—El templo de allá.—Dijo señalando la primera casa.—El el templo de Aries.—Para recorrer el Santuario, para llegar al templo privado de Athena, primero debemos pasar el templo de Aries.—Señalo el templo.— Luego Tauro.—Señalo el segundo templo.— Géminis.—El tercer templo.— Cáncer.—Cuarto templo.— Leo.—Quinto templo.— Virgo.—Sexto templo.—Libra.—Séptimo templo. Y así sucesivamente.

— Osea que debemos las doce Casas del Zodiaco.— Concluyó Seiya fastidiado.—¡Hay, porfavor! ¿No puede ser más extraño?

—Porfavor ya.—Pidio Andrómeda ante tal acto de pereza.

—A las doce se les conoce como Santuario.—Siguió Shiryū, sin saber que a sus espaldas estaba pasando algo.— Casa una está protegida por un poderoso caballero dorado.— Seiya empezó a escaparse con sigilo, pues no queria escuchar las aburridas explicaciones del caballero, y asi le siguieron Hyoga y Shun. Hicieron señas para que los siguiera, pero yo no era así (creo).— Aioria de Leo es uno de ellos.— Nos indico, bueno me indico.— Pero para ganar.— Se dio la vuelta, pero no vio a nadie, bueno sólo a mí.— Tenemos que estar...¡Oigan!¿QUE?

Cuando escucharon si voz salieron disparados para escapar de su ira, yo le coloque una mano en su hombro en señal de apoyo.

—No te preocupes Shiryū, yo si te escucho.

Este coloco su mano encima de la mía.

—Te lo agradezco.

Y con eso, nos pusimos a correr para poder alcanzar a ese grupo de payasos.






LOS CABALLEROS DEL ZODIACO Y TÚ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora