For you: Viviendo en tu pasado ||En Edición||

Capítulo II

El comienzo de todo

«Verán, muchos tendrán la duda de como fue que pasó todo eso, todo comenzó cuando cumplí cinco años, mis padres habían decidido que lo mejor para mi era estudiar en Japón desde pequeño y lo cumplieron».

Último día de clases, Darío lavaba sus dientes con aquella pereza de mañana, observó su rostro durante varios segundos antes de sonreír mostrando sus dientes blanquecinos, luego observó su cabello retocándolo un poco.

—Muy lacio —dijo al solo tocarlo.

Su cabello estaba largo de arriba, un poco rebajado por la parte de sus lados, Darío solía peinarlo solo con cepillo hacía un lado para que simulará que estaba ordenado.

Mientras lo peinaba, su mente comenzó a reproducir miles de recuerdos que él juraba que podía controlar.

«Recuerdo que mis padres al solo mudarnos a Japón, conocieron a la familia Suzuki, eran conocidos por ser una de las familias más poderosas de Japón ya que su linaje era directo con los samurái más fuertes de su época, yo temía de ellos creyendo que de verdad podían convertirse en samurái, pero fue todo lo contrario cuando la señora de la familia Hina nos recibió con una merienda en donde conocí a Lumi, un pequeño niño de cabello color rubio y ojos color miel. Ellos amaban la cultura española y nosotros amábamos la cultura japonesa, eso fue lo que nos unió como una familia durante tantos años. Yo, me escondía detrás de mamá cada vez que observaba a Lumi acercarse a mí sentía miedo de verlo, pero gracias a su insistencia, esa tarde mientras me escondía detrás de mi madre como era costumbre Lumi se acercó a mí tendiéndome su pequeña mano para que lo acompañará a jugar con él, desde ese día, supe que me había condenado a seguirlo por el resto de mi vida.»

—¡Darío, por aquí! —gritó.

Movía su mano lado a lado tratando de llamar su atención.

—Tenía varios minutos esperándote afuera de la casa, a la próxima avísame que saldrás más tarde de lo habitual —reprochó.

Darío caminó unos cuantos metros de la casa de Keyla, su mejor amigo lo esperaba al otro lado de la calle, apenas se acercó a él le regaló una sonrisa bastante cálida.

—No es para tanto —respondió de mala gana—, cuéntame que es eso que tanto querías decirme.

—¿Cómo estás? —preguntó—. Anoche pude notar que dormiste muy bien.

—No, así como lo dices, pero logré tan solo descansar mi cuerpo más que en otras ocasiones.

—Eso ya es ganancia —sonrío emitiendo una risita.

—¿Qué era eso importante que dijiste por mensaje? —insistió nuevamente.

—Lumi me contó muchas cosas cuando te quedaste dormido —evadió por completo el tema—, estuvimos toda la noche charlando, hacía muchísimo tiempo que no lo hacíamos.

Él lo miró con celos, su rostro reflejaba CELOS.

—¿Por qué me miras así de feo? —alzó ambas cejas—. No es para tanto...

—¿Qué era eso que querías decirme? —insistió una vez más.

Inhaló aire por sus fosas nasales tratando de calmarse.

—Nada en particular —dijo—, solo que Lumi me contó un par de cosas, unas cosas que incluso tú no sabías de él.

Darío soltó una carcajada.

—Cuéntame algo que no sepa de Lumi —con orgullo respondió—, vivimos juntos aproximadamente dos años enteros, lo conozco mejor que nadie.

Caminaban juntos en dirección a la universidad, Darío se sentía ganador al creer que de verdad conocía a Lumiel como la palma de su mano y Keyla estaba dispuesto a darle la contraria.