Capítulo III

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Nicotina con sabor a ti

Al escuchar los pasos acercarse, inhalé profundamente apagando el cigarrillo contra el suelo para después pisarlo con la suela de mí zapato bruscamente, tomé mi inhalador y lo aprete fuertemente dentro de cavidad bucal logrando tranquilizar el asma por unos momentos y cuando posé mi mano encima de mi mochila, la puerta se abrió bruscamente quedando a solo centímetros de golpearme la cara, tragué con dificultad al ver lo cerca que estuve de ser golpeado por esa puerta de metal.

—Lumiel —escuché un largo jadeo con su nombre.

Melissa, era Melissa podía jurarlo.

La puerta regreso a su lugar lentamente emitiendo un chillido, dejándome ver una escena que quizá me traumaría, Lumi venía acompañado de Melissa la nueva chica que apenas había sido transferida hace como dos semanas, joder que descaró.

Las manos de Lumi la tocaban con desespero y lujuria, podía observar cómo tocaba sus grandes glúteos y los manoseaba descaradamente frente a mí, sus manos se metían debajo de su falda dejando en descubierto sus piernas y trasero.

—Melissa, te ves tan sexy cuando estás excitada —susurro a la par de sus labios—, quisiera hacerte el amor aquí mismo si es posible.

Lumi besaba sus labios, veía como la chica se retorcía al sentir como la toqueteaba, jamás creí que le tuviera envidia a una mujer.

—Lumiel —susurró entre jadeos—, yo, yo haría cualquier cosa que... —respiraba agitada—, me pidas.

—Vas a ser mía —dijo en un largo susurro que se mezclaba con sus jadeos.

Pronto él levantó la falda de la chica, noté que había desabrochado su propia camiseta la cual se movía libremente con el viento y eso me hizo pensar cosas que quizá no debería.

«Joder, fácilmente podría ser yo esa mujer.»

Estaba completamente congelado ante aquella escena, Lumi parecía estar desesperado por hacer suya a esa muchacha y yo ahí pintado en la pared, con un cigarrillo escondido debajo de mí zapato y un inhalador en las manos.

—Déjame quitarte el uniforme, prometo que no te lastimaré, al contrario, me rogarás que te lo haga con más fuerza.

La razón por la que Lumi no me miraba era clara, él estaba de espaldas manoseando a esa chica y la chica en ninguna ocasión miraba a donde estaba yo. Todo cambió cuando Lumi susurró que debía ponerle una tranca a la puerta para evitar que alguien los viera, para su mala sorpresa al solo girarse lo primero que observo fue mi rostro de horror y lo único que se me ocurrió fue saludarlo moviendo mi mano lado a lado.

—¡Darío-san! —gritó alterado—. ¡¿Q-Qué hace aquí?!

La chica se asustó, acomodo sus prendas al solo verme agachó su rostro evitando que la mirará a la cara.

—Fumando, disfrutando del aire libre hasta que alguien —dije con lentitud la última palabra—, vino acá hacer una película porno.

La expresión de Lumi lo era todo, su rostro se puso pálido, restregaba sus manos contra su frente para después deslizarlas hasta su cabello despeinándose por completo.

—Darío-san puedo explicarlo.

—Melissa tranquila, ve a tomar clases que seguro tu profesor te debe estar buscando —me dirigí a la chica.

Qué pronto noté, estaba llorando.

—Melissa, discúlpame de verdad —Lumi se arrodillo—, perdóname por haberte hecho eso jamás me arrepentiré de haberte manoseado así claro, ¿por qué lo haría? —rio en descaró.

For you: Viviendo en tu pasado ||En Edición||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora