Los árboles de cerezo me dan calidez. Capítulo XIV
Día ocho del campamento.
A la mañana siguiente, cuando Darío despertó sentía un dolor inmenso en su cien, volteó a su lado donde dormía Lumiel y se llevó el mayor susto de su vida al no verlo ahí.
—¡Lumiel! —gritó al instante.
Intento moverse y sintió que aplastaba algo con una de sus manos, desconcentrado levantó la sábana y ¡pum! Se encontró con Lumiel recostado a su lado.
Se quedó quieto durante varios minutos y simplemente trato de recordar sí de verdad habían pasado la noche juntos, eso sin contar que él estaba sin camisa y Lumiel también había cambiado su ropa.
—¿Qué hicimos? —se preguntó así mismo.
Llevo sus manos hasta el cabello para peinarlo un poco, luego de eso bostezó y estiro sus brazos para poco después alzarse del suelo y darse cuenta de que también había perdido sus pantalones.
—¡¿Qué?! —miro sus desnudas piernas—. ¿Qué, carajos?
Volvió a maldecir en voz baja y luego se fue directamente al baño donde se encontró con que su ropa estaba en el cesto de ropa sucia y una nota pegada al espejo.
"Sabía que pensaría que fui yo, pero usted venía borracho de la fiesta, al parecer tomó varias copas antes de venir a la cabaña o eso me explicó Keyla, entonces se vomitó en su ropa y en la mía también, lo siento por desnudarlo. Lumiel"
Justo al leerla recordó que cuando Lumiel se fue corriendo mientras estaban bailando, con el corazón roto se acercó a donde estaba el Sake y se tomó más de cinco copas en un minuto, ahora entendía la razón por la cual despertó con dolor de cabeza.
Solo quitó la nota del espejo para luego quitarse su ropa interior e ir directamente a la ducha.
—Ahhh —gimió al sentir el agua caer en su cuerpo.
El agua caliente quemaba su cuerpo, pero amaba sentir esa sensación.
Luego de darse una buena ducha salió del baño solo con un short. Todo su cuerpo quedó al descubierto, sus bíceps, espalda y abdomen bien marcados por todo ese tiempo que pasaba haciendo ejercicio, creo por algo fue que pudo trepar a la ventana sin problemas.
Su cabello mojado goteaba un poco, pero él solo se concentraba en encontrar algo bueno en el refrigerador.
—Esté niño tiene tanto dinero como para tener un refrigerador en la cabaña —dijo quejándose y riendo a la vez.
—¡D-Darío-san! —escuchó la voz chillona de Lumiel a sus espaldas.
Esté se giró al instante al escucharlo y se quedó viéndolo por unos segundos.
—¿Qué pasó? —respondió con la boca llena. Ya que justo había mordido una manzana.
—¡¿Por qué estás desnudo?! —volvió a gritar y se cubrió sus ojos al instante.
—Pero, ¿Qué tiene de malo? —comentó.
—P-Ponte algo de ropa por favor...
—Solo buscaba algo para comer —cerró el refrigerador—, ya me iré a cambiar e igual iré a buscar a Keyla.
Lumiel aún tenía su rostro cubierto con las manos, Darío se acercó hasta él sentándose en cuclillas y con su mano libre quitó las manos que cubrían su rostro.
—Tengo mucho que pensar que hayas despertado a mi lado está mañana, ahora ve a bañarte y te preparé algo de desayunar, ¿vale?
Los ojos de Lumiel lo observaban desde abajo hasta arriba, pues no sabía exactamente que Darío mantenía el cuerpo tan escultural.
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For you: Viviendo en tu pasado ||En Edición||
Roman pour AdolescentsTodo comenzó desde que tenían cinco años. Lumiel y Darío eran mejores amigos desde pequeños, inseparables hasta el momento donde a sus apenas catorce años se enamoraron profundamente. Lamentablemente cuando cumplieron sus diecisiete, Lumiel sufrió u...