—Tienes que comer algo —enunció Cedric conmigo sentado a la orilla, a un costado del colchón y él frente a mí, con un plato en una mano y una cuchara repleta de sopa caliente en la otra.
Frené el movimiento con mi palma derecha cuando ya había encaminado el bocado hacia mis labios.
—Comeré en cuanto Eve esté de regreso. Antes, no —declaré, tajante.
Él resopló.
—Mujer, ¿alguna vez le hemos dado unas palmadas en el trasero a tu hijo? —inquirió, bromista.
"Como si la situación estuviera para mofas".
Mamá, en la cocina, no respondió.
Creo que fue porque opinaba lo mismo que yo.
—No estoy para juegos, papá.
Y suspiró.
—Lo sé, hijo. Y lo siento. Yo solo quiero que mejores. Que recuperes fuerzas. Después, yo mismo daré la orden de ataque.
Inhalé y exhalé a punto de decirle que mis fuerzas habían vuelto, cuando unos gritos en el claro me acortaron la oración.
El ceño fruncido de papá corroboró que no eran imaginaciones mías.
—Iré a ver qué sucede, pero cuando regrese quiero que te alimentes —ordenó, señalándome el rostro con el dedo índice de su izquierda.
Pero si daba por hecho que me quedaría sentado, entonces no me conocía tanto como creía.
Dejé la cama y salí tras él, a quien acompañaba mi madre atravesando el terreno hasta donde una decena de Betas rodeaba a un sujeto de cabellos lacios y castaños, cuyo mirar escarlata no me pasó desapercibido desde donde me hallaba, parado en el umbral de casa.
Mi mandíbula se apretó.
Era un Desmodus y su olor me despertó aún más de lo que ya estaba, tan dulce y tan penetrante que era difícil de olvidar.
— ¡¿Quién eres?! — Pregunté a todo pulmón, aproximándome.
Tanto Erin y Cedric, como los Beta que lo apresaban, deshicieron el círculo que se hizo a su derredor a penas advertir mi pronto airado.
— ¡Mi nombre es Rhydian Dermod! —Respondió en el mismo tono, sin un ápice de amilanamiento — ¡Hijo de Seamus Dermod, cabecilla del clan Dermod!
A sus espaldas, mamá y papá no cabían en asombro, pues desde tiempos inmemorables Serbal era para nosotros, el jefe de las huestes vampíricas con el que nuestra manada había tenido que luchar a muerte y con quien seguiríamos luchando hasta acabarlo.
Por lo visto, estábamos equivocados.
— ¡Llévenselo! —Imperó mi padre, haciendo uso de sus facultades de Alfa.
— ¡No! ¡Esperen! ¡Vengo de parte de Eve! —Señaló el ojos rojos cuyo olor, no equiparaba en amargura al Desmodus.
Minutos después el tal Rhydian estaba en casa, sentado en pos a mí que no lograba retirar el recuerdo de sus labios sobre los de Eve, besándola como solo yo lo había hecho.
¿Con qué derecho?
"No seas idiota, Killian". "Con el derecho que le dio el creerte muerto". Me dije, porque así era.
Sus manos eran suaves, ¿cómo no notarlas?
Jugaba con sus largos dedos mientras hablaba. Dedos aptos para sujetar con tenacidad y precisión una flecha.
Por supuesto que me daba por muerto.
Min manos, inquietas y temblorosas, en un santiamén lo tuvieron sostenido por las solapas de su gabardina negra, trepado con su espalda pegada a la cubierta de la mesita del comedor y sus ojos abiertos, como si hubiese visto a la muerte personificada.
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"LYCAN"
ParanormalSerie "Criaturas fantásticas 1.5" Lycan, es la historia de Eve contada desde el punto de vista de Killian. Todos esos puntos ciegos de la primera entrega, serán aclarados por su propio protagonista.