Capítulo 26

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Melizsa tecleó rápidamente: "Erick, estoy yendo a casa, ¿puedes recogerme?"

"Él debería llevarte," respondió Erick.

Sintió un nudo en el estómago. Ese mensaje la inquietó, trayendo a la superficie miedos que trataba de silenciar. ¿Y si Crish, al despertar, ya no quería estar con ella?

Con cuidado, se puso la ropa sin hacer ruido. Crish seguía dormido, su rostro relajado le sacó una sonrisa. Pero esta se desvaneció con un pensamiento: ¿Qué haría él al despertar? Se imaginó, fría y dolorosamente, que la dejaría como si ella fuera solo un recuerdo.

"Quizá esto no es tan complicado," pensó, tratando de convencerse, aunque una ansiedad latente seguía creciendo en su pecho.

Cerró la puerta sin hacer ruido y caminó hacia la parada de autobús. Todo se sentía vacío, como si algo se le hubiera escapado. La noche anterior se había sentido real, intensa, y ahora parecía una fantasía lejana. Absorta en sus pensamientos, casi pasa de largo la parada, hasta que vio a Erick esperándola en el andén.

—Hola, Enana, ¿qué pasa? —dijo él, abriendo los brazos.

Sin responder, Melizsa se refugió en su abrazo, tratando de encontrar algo de calma.

—¿Te acostaste con él? —preguntó Erick, sin juzgarla, con una leve curiosidad. Ella no respondió, solo lo abrazó más fuerte, como si él pudiera mantenerla entera.

Al día siguiente, en la escuela, el bullicio de la última semana de clases parecía lejano. Todo era opaco, como si no perteneciera ahí.

Melizsa apenas escuchó las palabras de Fernanda. Su mirada se desvió hacia Crish, que estaba cerca, conversando con Martha, la mano de ella descansando en su hombro como si fueran algo más.

—Es una zorra —murmuró Melizsa, molesta, sin darse cuenta de que había hablado en voz alta.

Fernanda se giró hacia ella, sorprendida.

—¿Qué dijiste? —preguntó, con una sonrisa desconcertada.

Melizsa parpadeó, sintiendo un calor inesperado en su rostro, sorprendida por sus propias palabras. Incómoda, apartó la mirada y se puso de pie.

—Nada... voy a tomar aire un momento —dijo rápidamente, y sin esperar respuesta, se dirigió hacia la puerta, dejando a Fernanda con la pregunta en los labios.

Fuera del salón, Melizsa respiró hondo, intentando calmar el fuego que ardía dentro de ella, un fuego que parecía empeorar cada vez que veía a Crish y Martha juntos.

—¡Ey, Mell! —Elvis se acercó sonriendo—. Hace tiempo que no te veía.

Ella intentó sonreír, agradecida por la distracción. Estaba por responder cuando se encontró con la mirada de Crish, quien la observaba desde el salón, su expresión seria, intensa.

—¿Vienes? —preguntó Elvis, con una sonrisa amable.

—Sí, claro —dijo, aunque no estaba segura.

Al volver al salón, se cruzó con Crish en la puerta. Él la miró de arriba abajo y murmuró:

—Vaya...

Ese simple comentario la sacudió.

Al final de las clases, Melizsa sintió que no podía dejar las cosas así. Lo buscó en el estacionamiento, llamándolo con urgencia.

—Crish, espera... tengo que hablar contigo.

Él giró hacia ella, y en su mirada no había paciencia, solo una frialdad que la dejó helada.

—No hay nada que decir, Melizsa. Haz lo que quieras, nosotros no somos nada.

Sus palabras cayeron como golpes. La miró una última vez, con algo que casi parecía tristeza, y murmuró:

—La verdad... es que me gustabas, pero... —dudó, su voz quebrada— no soy lo que necesitas, Mell. Quise darte algo más, pero no puedo.

Cada palabra rompía algo dentro de ella. Crish se dio la vuelta y se fue, dejándola ahí, inmóvil, sola en medio de una nada helada.

El aire le faltaba, sintió un vacío inmenso en su pecho. Una angustia incontrolable la sacudió, y finalmente, las lágrimas cayeron en silencio, en un llanto roto y sin contención.

"¿Eso fue todo...? Él... me usó. Me arrancó cada esperanza, consiguió lo que quería... y me dejó."

Se llevó las manos al pecho, tratando de contenerse mientras la realidad la inundaba: no era solo dolor, era la devastadora certeza de que había sido abandonada, que sus sentimientos no habían importado.

Unos minutos después, Elvis llegó. Al verla rota, no dijo nada; solo la abrazó, dejando que el tiempo fluyera. Ella se aferró a él, sabiendo que nada, ni siquiera ese abrazo, podría llenar el vacío que Crish había dejado. Algo dentro de ella se había roto para siempre.

—No sé por qué duele tanto —susurró, con la voz apenas audible. La sombra de Crish seguía ahí, impregnando cada fibra de su ser, mientras el abrazo de Elvis solo resaltaba el hueco que él había dejado.

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¡Hola, hola! 💔

Cuando Crish se alejó, dejando a Melizsa con el corazón pesado, sentí que se me encogía el alma. Confesar que no podía darle lo que necesitaba fue difícil de escribir. 💔😭😭🥹

Quiero saber😭

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Quiero saber😭... ¿alguna vez se han sentido usados en una relación? 💔 Esa sensación que Melizsa está viviendo de sentirse desechada es algo que muchos hemos sentido en algún momento. ¿Cómo lo manejaron?

Y, ya que estamos, ¿Qué piensan sobre lo que está pasando? 

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