Me desperté con una sensación extraña, una mezcla de confusión y desasosiego. Parpadeé varias veces, tratando de despejar la neblina de mis pensamientos. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, proyectando sombras irregulares en las paredes de mi habitación. No recordaba haberme dormido. La última imagen que tenía en mente era la cara de ese hombre, sus ojos fríos y calculadores clavados en los míos.
Me levanté lentamente, como si cada movimiento pudiera hacer añicos el frágil hilo que conectaba mi mente con la realidad. ¿Había sido un sueño? Me froté los ojos, todavía aturdido. Sí, debía ser un sueño. La idea de que Jungkook estuviera en mi casa a altas horas de la noche era absurda, producto de mi agotamiento y mi imaginación hiperactiva.
Me dirigí al baño, mis pasos resonando en el silencio de la casa. Me miré en el espejo, notando las ojeras profundas bajo mis ojos. Abrí el grifo y dejé que el agua fría corriera, salpicándome la cara con la esperanza de despejar los restos de aquella extraña pesadilla. Me cepillé los dientes, intentando enfocarme en el acto mundano y repetitivo. Cada pasada del cepillo parecía llevarse un poco de mi confusión, devolviéndome a la normalidad.
Con el sabor a menta todavía en mi boca, bajé las escaleras hacia la cocina, anticipando la rutina matutina que siempre me tranquilizaba. Sin embargo, al llegar al umbral de la cocina, me detuve en seco.
Allí estaba él. El hombre de mi sueño, o lo que yo había creído que era un sueño. Alto y musculoso, con una presencia que llenaba la habitación. Estaba de espaldas, pero no había duda. Era él. Sentí que mi corazón se aceleraba y una ola de adrenalina recorrió mi cuerpo.
—Buenos días, doctor. —dijo con una voz calmada, sin girarse. Parecía completamente a gusto, como si estuviera en su propia casa— Espero que no le moleste que haya comenzado el desayuno. Pensé que podríamos necesitar una buena comida después de nuestra charla nocturna.
Mi mente luchaba por procesar lo que estaba viendo.
¿Cómo había llegado hasta aquí? ¿Por qué estaba tan tranquilo?
Me obligué a respirar profundamente, a mantener la calma. Había pasado por situaciones estresantes antes, pero nada como esto.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, mi voz sonando más firme de lo que me sentía.
Finalmente se giró, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
—Hablamos mucho anoche, ¿no lo recuerdas? Supongo que debió ser agotador para ti también. Pero no se preocupe, doctor. Solo estoy aquí para continuar nuestra conversación.
Cada fibra de mi ser quería gritar, huir, hacer algo para salir de esa situación surrealista. Pero mi formación y mi experiencia me decían que debía mantener la compostura, que debía entender la situación antes de reaccionar.
—Claro... —dije, tragando saliva— Continuemos nuestra conversación. Pero primero, tal vez podrías explicarme cómo llegaste aquí.
Su sonrisa se ensanchó, y por un momento, vi un destello de algo peligroso en sus ojos.
—Oh, doctor, las puertas se abren fácilmente cuando sabes cómo tocarlas. Ahora, ¿quieres un café? Lo he hecho a mi gusto, fuerte y sin azúcar.
Mientras me acercaba lentamente a la mesa, cada paso era pesado, con miedo a la incertidumbre de lo que vendría después, me di cuenta de que esta mañana no iba a ser como ninguna otra. Estaba atrapado en un juego del que no conocía las reglas, con un hombre que podría ser tanto mi paciente como mi captor. Y tendría que jugarlo con cuidado, mucho cuidado.
Jungkook se volvió entonces, su expresión serena y su sonrisa tan desconcertante como siempre. Colocó dos platos en la mesa, una invitación implícita que no me atrevo a rechazar.
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Mi Dulce Sufrimiento. [KookTae]
Casuale- Jeon Jungkook. - ¿Es de él del que quieres hablar? - Así es... quiero que tengas mucho cuidado con él, Taehyung, es muy peligroso. - Creo que deberías de decirle eso a su psiquiatra. - ¿Aún no te lo han informado? - ¿Que cosa? - Es exactamente p...