Narra Nikto...
La teníamos frente a nosotros, vistiendo un jersey rojo, pantalones vaqueros y zapatillas rojas patentes, el color es muy llamativo en ella, nos gusta como se ve con coleta y ese lazo negro.
Parece que tendremos que despedirnos de ella ahora, ya le dijimos que llamara a la policía, ya sabe que estamos aquí, pero ahora nos dice que por qué lo haría, nos confunde.
- Porque están unos extraños en tu casa. - susurramos sobre sus labios, ella seguía viendo hacia arriba como si nos encontraramos más atrás de ella.
- Solo escucho a uno. - respondía ella.
Nos tenía hipnotizado el poder verla tan de cerca y que ella no pudiera enfocarnos, es como si viera a la nada.
Nos sentimos tentados a acariciar sus mejillas pálidas, así que llevamos nuestra mano enguantada a ella y, a milímetros de su piel, pero retrocedimos, no debemos tocarla, es suficiente con estar aquí.
- ¿Por qué están aquí? - interrogaba ella haciéndonos sentir incluidos.
- Pensamos que la casa estaba sola, abandonada, vamos de paso hacia otra dirección.
Era cierto, le hablamos con la verdad.
- Pues, no está sola... - respondió.
Su voz había cambiado, sentíamos mucha tensión estando con ella, una tensión electrica que nos aprisionaba en este sótano, fruncíamos el ceño al escuchar su voz aterciopelada, la sangre subió a sus mejillas y colorearon su piel de carmesí, y respiraba con pesadez, su pecho se elevaba y descendía lentamente.
Entonces nos dimos cuenta de que ella no era tan pálida como pensamos, está llena de color, incluso la punta de su nariz respingada tenía ese color suave como el color de las rosas.
- Sí, nos dimos cuenta de eso. - respondí sobre sus labios y viéndola a los ojos.
El anillo blanco que adorna su iris gris es como un halo fluorescente, nunca había visto ojos así de claros, son incluso más claros que los míos, me recuerdan a los ojos de las crías de depredadores, cuando abren sus ojos el color de ellos son de un gris alba opaco, me pregunto si este es el verdadero color de sus ojos.
Es un pensamiento primitivo, pero los hombres tenemos un instinto de protección para con las personas débiles, y sentimos ahora ese instinto con ella, ¿cómo no sentirse así?, es frágil, como un cristal.
- Esta casa es peligrosa para ti, cualquiera pudiera entrar y hacerte algo, nos quedaremos para que eso no ocurra. - decretamos.
Ella fruncía el ceño, nos preguntamos si será conciente de los gestos que hace, sus gestos son tan genuinos, tan naturales...
- No, siento que sea peligrosa siempre tengo todas las puertas cerradas.
- Si alguien te quisiera hacer daño, ¿crees que una puerta lo detendría? - cuestionamos.
- ...
Ella enmudeció, nuestras palabras le robaron el aliento.
- ¿Me brindarás protección a cambio de quedarte? - interrogaba ella mientras fruncía el ceño.
- ¿Por qué no?, será divertido, si alguien intenta hacerte algo podremos descargarnos y estrenar unos trucos nuevos que tenemos en mente desde hace mucho tiempo.
Ella llevó su mano a nuestro pecho y bajo deslizándose hasta que encontró nuestra mano, la tomó y nos haló mientras ella caminaba hasta la cama del sótano, me hizo sentarme en ella y solo podía observarla mientras ella se sentaba sobre la cama frente a mí cruzando las piernas.