Luego de varias horas escuchando series en la televisión de la sala, dejé de percibir en el aire el aroma a hierba recién cortada, él se había ido.
Quería dormir, así que subí hasta mi habitación, sujeté el papel con el número de Nikto con fuerza, yendo a mi habitación tenía un vaso de agua del cual no me acordaba, me encontraba muy nerviosa y mis tobillos se enredaron con los cables de los micrófonos en el suelo, tropecé y caí sobre la cama haciendo que el vaso con agua se desbordara.
Sentí como el papel en mi mano se deshacía entre el pequeño lago de agua sobre mis sábanas, no lo podía creer, perdí el pedazo de papel con su número justo después de que me lo hubiese entregado y lloré, lloré hasta que sentí que mi pecho se inundaba con mis propias lágrimas.
Los días pasaron, con cada día me encontraba más y más desanimada y nerviosa, pues se acercaba el día de mi visita al oftalmólogo, por la que tanto había esperado y ahora no sabía cómo sentirme.
Ya no escuchaba risas, ruido, su voz, estaba sola de nuevo, la soledad es fría y me entumece los dedos, algún día me gustaría ir a Toscana y sentarme bajo el sol sin que me dolieran los ojos.
Ví esa película curiosamente hace algunas noches, Bajo el Sol de Toscana, y quisiera tener los problemas de la protagonista, que mi mayor problema fuese si comprar o no una mansión en Toscana y vivir ahí y no todo lo que me pasa.
Cómo era costumbre en las mañanas, el teléfono empezaba a vibrar, y lo tomé.
— Hola, ¿quien habla? — interrogué.
— Lisbeth, ¿qué pasa que no te has conectado?, tenemos media hora esperándote. — Lisbeth me interrogaba pero por su dulce voz no sentía ningún tinte de regaño.
— Le dije a Lauren hace dos días que no podía trabajar hoy, tengo cita en el oftalmólogo a las 10:00AM.
— Pues él me está diciendo algo diferente.
— ¿En serio?, tal vez se le olvidó, pero tengo la grabación de cuando le dije.
— No importa, hay un cambio de planes, y te necesitamos aquí en el estudio.
— No me lo puedo creer. — hacia énfasis en cada palabra con incredulidad y fastidio. — No puedo faltar a mi cita lo siento ya tengo que pedir el taxi para salir.
— Hagamos algo, te acompañaré, iré a buscarte, así te ahorras el taxi, iremos a tu cita y de regreso iremos al estudio.
— Déjame pensarlo y te llamo en en seguida. — le respondí.
— De todas maneras voy en camino hacia allá.
Colgué la llamada pensando en el terror que sentía por ir al médico, tanto terror como si me fuese a atar a una silla eléctrica a la fuerza, y no quería ir sola, pero no conocía a nadie además de las personas con las que trabajo, fue entonces cuando decidí que aceptar la compañía de Lisbeth tal vez era lo mas conveniente para mí, aunque el precio de esa compañía fuese el de trabajar después.
— Vita, marca el número de Lisbeth. — ordené.
— Seguro, marcando...
Lisbeth ni siquiera dejó que su teléfono repicara y atendió inmediatamente.
— Ábreme, estoy llegando. — informó ella.
— Debo vestirme, debajo del tapete de la entrada hay una llave, úsala para entrar mientras bajo.
— Perfecto.
— ¿A qué hora te levantaste para llegar aqui tan rápido?
— Tu casa queda donde Moisés dejó las sandalias así que a las 5:30AM.