CAPITULO 14: VALUTAZIONE

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— ¡Hazlo! ¡Tienes que borrar todo!

— No puedo hacerlo. — Agarre mi cabeza.

Claro que puedes. — Mire a la mujer pelirroja que me estaba dando órdenes. — Si no lo haces tú mente colapsara.

La mujer que me acompañaba en aquel sótano oscuro me miraba suplicante, con ojos que parecían implorar ayuda. A pesar de no reconocer su rostro, podía ver en ella el reflejo de mi propia desesperación. Ambas estábamos atrapadas en aquellas condiciones deplorables, sumidas en la oscuridad y la suciedad. Sus ojos, llenos de miedo y anhelo de libertad, me conectaban de alguna manera con mi propia angustia. Juntas, compartíamos el peso de la incertidumbre y la necesidad de escapar de aquel lugar inhóspito

Mientras el dolor agudo en mi pecho amenazaba con consumirme, ella se acercó a mí y sin dudarlo me abrazó con fuerza. A pesar de que no lograba recordar su rostro, su presencia me transmitía una extraña sensación de familiaridad y protección. En sus brazos, encontré un refugio seguro donde la angustia empezaba a disiparse lentamente. Su abrazo era un bálsamo para el dolor que me oprimía, un consuelo en medio de la tormenta que parecía no tener fin.

La negrura que nos rodeaba se iba apoderando lentamente de nuestro entorno, sumiéndonos en un silencio absoluto mientras luchábamos por mantener el control de nuestras respiraciones agitadas. El dolor que recorría nuestros cuerpos era casi insoportable, pero nos resistíamos a ceder ante él, concentrando cada fibra de nuestro ser en mantenernos firmes y perseverantes. En medio de la oscuridad, podíamos percibir la intensidad de nuestras pulsaciones y el palpitar acelerado de nuestros corazones, recordándonos una y otra vez que estábamos vivos, que seguíamos luchando. Cada suspiro entrecortado era un recordatorio de nuestra fortaleza y determinación, un vínculo irrompible que nos mantenía unidos en la oscuridad, enfrentando juntos cualquier adversidad que se interpusiera en nuestro camino.

Ambas nos encontrábamos en la habitación del hospital, vestidas con camisones blancos y conectadas a un intrincado sistema de vías intravenosas que suministraban medicamentos y sueros a nuestro organismo. Sentía un intenso dolor en el brazo, producto de la mala conexión de la aguja que se había clavado en mi piel, dejando a la vista un doloroso hematoma que se había formado alrededor de la zona de la punción. La incomodidad y el malestar eran evidentes en nuestro rostro, reflejando la lucha que estábamos librando contra la enfermedad que nos había llevado al hospital.

— Saldrémos de aquí juntas. Todo estará bien.

A pesar de encontrarme en un estado lamentable, ella me animaba y brindaba su apoyo, guiándome para no sucumbir ante el dolor que mi cuerpo padecía.

— Debes ser fuerte por nosotras. Eres su favorita y tienes la mayor posibilidad de salir de aquí. Tienes que hacerlo por nosotras, encontrar la libertad y luego venir a buscarnos.

No comprendía por qué decía buscarnos, escudriñé mi entorno hasta localizar a una chica rubia desmayada en la esquina de ese sótano. Estaba llena de hematomas y heridas, parecía estar al borde de la muerte pero se aferraba con todas sus fuerzas a la vida.

No entendía nada, así que solo asentía con la cabeza fingiendo que comprendía todo lo que ella me decía.

La puerta se abrió lentamente, como si cada movimiento estuviera meticulosamente calculado para generar suspense. En ese momento, un hombre de imponente apariencia entró a la habitación. Vestía un elegante traje negro con una corbata a juego, que parecía resaltar su figura fornida y musculosa.

Lo que más llamó la atención fue la máscara negra que cubría su rostro, dejando al descubierto únicamente unos penetrantes ojos azules eléctrico. Aunque no lograba recordar su rostro, una sensación de inquietud y temor se apoderó de mí. Mi instinto me decía que había algo peligroso en él, algo que mi subconsciente reconocía pero mi mente racional no podía comprender.

FALL RIVER: La Sombra Del MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora