CAPITULO 10: BALLARE COL DIAVOLO 2

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Estaba bastante ebria y no era saludable estar en ese estado. No estaba segura si era por el alcohol o simplemente por mi locura, pero encontraba placer en sentir esas manos en mi cintura, me hacían sentir protegida de alguna manera y no sabía por qué. Seguramente mi amiga Mads argumentaría que era por la carencia de hombres en mi vida.

Me encontré en una situación jamás vivida antes, donde el contacto físico con un hombre era una sensación nueva y fascinante para mí. Cada caricia provocaba una mezcla de emociones y sensaciones desconocidas hasta entonces. Era un desafío excitante adentrarme en este terreno inexplorado, donde la incertidumbre y la novedad creaban una atmósfera cargada de tensión y curiosidad. Mis sentidos estaban alerta y mi corazón latía con fuerza en este momento único y especial. Era el inicio de una experiencia prometedora y transformadora, que me invitaba a explorar más allá de lo conocido.

Sin embargo, eso no tenía ninguna relación con lo que estaba sucediendo. Un cálido cosquilleo recorrió mi estómago, era como si unas mariposas revolotearan en mi interior. A pesar de que aquel contacto se sentía maravillosamente bien, algo en mi interior me hacía sentir incómoda.

Me sentí agradecida de que ese hombre me sostuviera antes de que cayera, estoy segura de que, con mi torpeza, habría terminado chocando contra el suelo.

Mi cabeza daba vueltas, traté de enfocarme pero estaba resultando difícil. Su firme agarre en mis caderas me distraía.

Lo único que deseaba en silencio era que no fuera una persona grosera que se burlara de mí, como lo habían hecho hoy. La noche había sido interminable.

Además, no quería que fuera un acosador obsesionado conmigo, ya que tenía uno y sumar otro sería perturbador.

El individuo no me soltó, sino que siguió sujetándome firmemente por las caderas, como si quisiera prolongar el instante tanto como fuera posible. Sus manos ejercían una presión intensa sobre mí, no se trataba de un simple roce suave, sino de un agarre fuerte y decidido. Parecía empeñado en no dejarme escapar, manteniéndome cerca de él con una determinación que me resultaba inquietante.

Sentía su respiración en la nuca, era entrecortada y no llegaba de forma constante. Era extraña, sonaba como si estuviera robotizada.

Mis ojos se posaron en las manos que me rodeaban la cintura y sentí un escalofrío al ver unos guantes negros con huesos dibujados en sus falanges. Bajé la vista y me estremecí al verlos.

Era el

El destino, con su inescrutable e implacable voluntad, había decidido cruzar de nuevo nuestros caminos. Ahora, detrás de mí, se encontraba un ser despiadado, un asesino sin escrúpulos cuya mirada fría y penetrante me ponía los pelos de punta. En ese preciso momento, solo podía contener mi respiración y tratar de mantener la calma, pues sabía que cualquier movimiento en falso podría sellar mi destino de forma irremediable. La adrenalina se apoderaba de mi cuerpo, mientras mis sentidos se agudizaban en un intento desesperado por prever sus próximos movimientos. Estaba de espaldas al peligro, consciente de que cada respiración, cada gesto podía ser crucial en esta lucha por la supervivencia.

Debería haber gritado pidiendo ayuda, estaba atrapado por el asesino que había sumido en la oscuridad al pueblo hace dos años. Pero no lo hice, me sentí seguro.

— Se dice que es imposible escapar del infierno, pero tú has logrado salir de él para torturarme.

Permanecí inmóvil, sorprendida por la forma peculiar en la que hablaba. Aunque se expresaba con fluidez, nunca hubiera imaginado que los asesinos pudieran ser tan educados. Sin embargo, pronto me di cuenta de lo absurdo de mi pensamiento, ya que un asesino puede llevar una vida perfectamente normal, camuflado entre la multitud.

FALL RIVER: La Sombra Del MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora