xiii. fifa

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"¿seguro que no tienes problema en que pase la tarde aquí?" – pregunta en cuanto abro la puerta.

antes de responder a su pregunta, me fijo en sus labios, que tiemblan.

"te estás helando, tonta, no te quedes ahí." – la hago entrar rápidamente. – "hoy hace bastante frío para ser mitad de octubre, ¿verdad?"

"pues sí, no es el día más agradable. y si frenkie iba a estar todo el rato encima de mí hubiera sido todavía más insoportable." – resopla.

"siéntate, estás en tu casa." – le señalo el salón. – "te dejo el abrigo en el armario, déjame."

cuando vuelvo, la chica está en el sofá, encogida y de brazos cruzados. – "¿es mucho pedir una infusión? es que estoy friísima." – dice con cara de circunstancias.

río. – "no, para nada. de hecho, guardé la última caja que te iba a mandar por si algún día venías y te apetecía. aunque he de decirte que huele un poco raro."

"podías haberla tirado si no la ibas a usar."

"podría. pero no lo he hecho." – le guiño un ojo.

ella se ríe y se levanta del sofá para acompañarme a la cocina. – "guau, esto es enorme." – dice dando una vuelta sobre sí misma, mirando el espacio. – "es casi dos veces mi habitación."

"ventajas de jugar al fútbol, supongo." – me encojo de hombros. – "¿puedo preguntarte una cosa?"

"claro." – dice cogiendo la taza de porcelana que le ofrezco.

"¿por qué tu padre no está metido en el fútbol? a nivel profesional, me refiero."

"hmm, no sé, nunca le he preguntado." – se muerde la mejilla. – "fue entrenador un par de años allí en holanda, de infantiles, pero no le debió gustar. ahora se dedica a llevar patrocinadores y acuerdos de publicidad y esas cosas."

"¿y no es agente de ningún jugador? con eso se vive bien."

"lo sé, díselo a cierto francesito." – dice con una gota de rencor. recuerdo al extremo francés. – "no, tampoco le van esas cosas. es alguien bastante privado, como yo, manejar mucha gente le pondría demasiado nervioso."

"entiendo." – ella termina hundiendo una cuchara en el agua caliente y volvemos al salón.

"¿de verdad que no te importa que esté aquí? sé que te he avisado con nada y menos de tiempo, lo siento, no quiero interrumpir."

"que no, mujer, de verdad. para que te quede claro, estás invitada siempre que quieras, no hace falta ni que avises si no quieres." – le pongo una mano en el hombro. – "como tengo fiesta, no puedo pensar en mejor plan que pasar la tarde contigo. pero antes de eso: ¿quieres una manta? estás congelada."

"por favor." – ríe ella, y al minuto vuelvo. se la pongo encima y apoya su cabeza en mi hombro como gesto de agradecimiento. – "me voy a resfriar, ya verás." – se sorbe la nariz.

"esperemos que no, que yo tengo que jugar varios partidos más." – nos reímos.

"¿puedo hacerte yo alguna pregunta?"

"sí, claro, las que quieras de lo que quieras."

"a ver, déjame pensar." – se quita los zapatos, se sienta con las piernas cruzadas en el sofá y se sujeta la mandíbula. – "algo aleatorio: si tuvieras una máquina del tiempo, ¿irías al pasado o al futuro?"

"estamos filósoficos a horas tempranas." – río. – "al pasado de cabeza. daría mi alma por poder volver a ver a mi abuelo y disfrutar de toda la familia junta un poco más."

VISTA AL MAR - Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora