xxii. clases

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"¿tienes un día muy largo hoy?" – resuena su acento por los altavoces de mi coche y sonrío.

"sí, los jueves son el peor día, pero al menos lo tengo compensado sin clase los viernes."

"guau." – ríe él. – "¿y qué haces los viernes?"

"cotillearte el instagram."

"¿en serio?"

"no. el antiguo solo cada dos semanas." – confieso.

"dios mío." – resopla él. – "como algo de eso salga a la luz rompo esta relación a la primera de cambio."

"cariño mío, ese algo está por todo internet. tengo una sticker tuya de una foto de ese perfil. no tienes que amenazarme, no va a funcionar."

él suelta una carcajada y yo sonrío, terminando así la primera semana de octubre.

había empezado con llamadas más cortas, para asegurar que no había tenido recaídas de lesión y que le estaban yendo bien los entrenamientos. él me seguía la conversación preguntándome por mis clases, si tenía muchas y si estaba muy cansada, cómo estaban mis amigos y los planes que tenía para las horas que me quedan libres.

esta semana no habíamos coincidido tanto; él tenía que volver a coger ritmo después de los días de descanso que les habían dado tras la victoria en el clásico y yo volvía a estar de tareas hasta arriba.

pero se había vuelto una costumbre hablar a las horas en las que coincidimos en los viajes en coche, así que era parte de la rutina. y me alegraba un poco más el día.

"entonces mucho ánimo y te veo mañana. ¿te apetece ir a comer donde fernando? echo de menos a los peques."

"no pensaba que te acordarías de ellos."

"claro que me acuerdo. le dije a lucas que viniera contigo cuando tú fueras a algún partido, aunque como no avisaste..."

"pero ya sabes cómo son los clásicos, de todo menos buenos para nenes pequeños. a saber si habría pasado algo."

"ya, eso es cierto. pero quiero pasarme a verlos un poco, que nunca les viene mal algo de compañía."

me quedo en silencio un segundo, sonriendo para mí misma por su propuesta y su recuerdo de los niños.

"me encantaría." – cualquier cosa con estar fuera de mi casa lo más posible. después de mi cumpleaños, el aire estaba un poco tenso, mucho me temía que por mi culpa. – "en cuanto llegue a clase aviso a fernando que nos guarde una mesa."

"qué ganas de pasar el rato contigo, al menos." – me lo imagino sonriendo. – "te dejo ya, que estoy a punto de llegar. no quiero que tu mala influencia me haga atropellar a nadie."

"yo también, y soy la mejor influencia que tienes." – le haría una coña sobre su hermano, pero como no sé en qué punto tiene las cosas, preferí evitarlo.

"no te lo crees ni tú."

"adiós, pedri."

"hasta la tarde, sof."

una vez he entrado en la facultad, saco el móvil para avisar a fernando del plan de mañana y me choco con alguien en el pasillo.

"ay, paula, lo siento." – miro hacia arriba y me disculpo con mi compañera de clase. – "estaba mandando un mensaje y no miraba por dónde iba. no te he hecho daño, ¿no?" – pregunto preocupada.

"no, tranquila. estoy bien." – me sonríe. – "¿con quién hablas? ¿con tu novio?" – pregunta con picardía.

adoraba a paula, pero tenía un defecto bastante notable: era demasiado cotilla para su propio bien.

VISTA AL MAR - Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora