xxiii. fin de semana

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"pedri."

"¿por qué no me lo habías dicho?" – pregunta después de oír a mi tripa hacer sonidos feos.

"no pasa nada, a veces es más fuerte que de normal. estoy bien, he descansado y estoy mejor."

"¿segura?"

"sí. además, no sé qué coño has hecho durmiendo aquí."

"por si me necesitabas por la noche o algo."

"oh." – contesto, y acto seguido aprieto los dientes. – "gracias, de verdad, pero no quiero molestarte más."

"¿te sigue doliendo mucho?" – pregunta preocupado.

"nada que no se pueda arreglar con otro ibuprofeno."

"quizás es mejor un paracetamol, que es un poco más fuerte."

"pedri, estoy bien. me duele la espalda y los riñones, poco más. y no hay mucho que puedas hacer."

él no dice nada y por un momento creo que le he convencido, pero lo siguiente que noto son sus manos en mi camiseta. – "¿puedo?"

asiento despacio, sin saber qué hace. – "claro."

coge el dobladillo y sube la tela un poco. se sienta en el suelo y apoya su cabeza en el borde del sofá.

"pedri, ¿qué...?"

alza una mano con indecisión, pero termina el recorrido y sus dedos empiezan a hacer figuras inconexas en mi estómago.

"a lo mejor te ayuda un poco."

tras un minuto, presiona ligeramente su palma contra mi piel. el calor hace que el dolor subsida un momento. intento no llorar de lo bonito que me parece el gesto.

"no vamos a ir a comer fuera si te encuentras mal, eh." – susurra. – "quería ver a los peques pero si estás así nos quedamos en casa."

"estaré bien para la hora de comer." – ahogo un quejido. – "en serio."

"sofi, estás aquí tumbada, casi inmóvil porque el útero se te desintegra, ¿y vas a estar bien para la hora de comer?"

"ya me tomaré el paracetamol." – me resigno. – "es solo que no quiero dejar tirado a fernando."

"preciosa, no vas a dejar tirado a nadie." – empieza. – "si me dejas tu móvil, le llamo yo y le digo que al final no vamos. que te encuentras mal y que ya iremos cuando se te haya pasado. seguro que lo entiende, y no te va a echar la culpa de nada." – dice.

"¿estás seguro?"

"sofi, nadie se va a enfadar porque descanses."

"aquí puede que no." – susurro.

"supongo que has vivido muchas cosas, y que no todas son bonitas, porque pensar que molestas a alguien por eso es raro. si me las quieres contar algún día, te escucharé y me encantará saber un poco más de ti."

asiento mientras muevo la vista al techo, luchando contra las lágrimas y la sensación minimizada de dolor gracias a su mano.

"¿cuántas veces te he dicho que me avises de estas cosas? sabes que no me importa si no vienes, y más cuando te pasa esto." – me regaña fernando horas más tarde.

miro sobre su hombro, pedri está apoyado en la barra de brazos cruzados, y levanta las cejas en señal de te lo dije.

"si me siento mal o algo aviso, lo juro. además nos pasábamos a ver a los peques."

"¡tita sofi!"

"hola, lucas." – sonrío al niño y le choco la mano en cuanto llega hasta mí. – "¿qué tal estás?"

VISTA AL MAR - Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora