Nadie.
Me dispuse a seguir mirando el cielo con ella hasta que estuviera lista para hablar o simplemente para ir a casa, aquello pasó en cuestión de minutos.
-¿Por qué estás aquí, Ads? -preguntó con la voz un poco cortada, provocando que la mirara-... Podrías estar descansando después de un turno largo de trabajo e ignorar mi ausencia. Podrías hacer tu vida normal y pretender fingir que yo no existo ni llegué a tu vida, de esa forma no tendrías que soportarme.
La miré extrañada y un poco herida ante sus palabras.
¿Qué le habrá dicho Antonia para que su ego se fuera por la culata? ¿O acaso solo era una fachada para esconder sus verdaderos sentimientos?
-¿Por qué dices eso? -cuestioné inquieta.
-Yo sé quién soy, Ads. Sé que aveces puedo ser insoportable, sé que puedo ser imprudente, sé que no soy muy inteligente, sé ronco cuando duermo, que no canto muy bien, sé muchas cosas. Sé quién soy, y me amo así pero me cuesta creer que alguien más pueda hacerlo -Confesó aún con la mirada perdida.
-Damaris, cuando te enfrenté ese día en aquel callejón, sinceramente quise golpearte. Quise hacerlo pero no porque me parecieras una mala persona, quise hacerlo porque eras encantadora. Tanto de si te hubiera conocido antes que a Verónica me habría enamorado de ti al instante -le conté-. Luego de eso también quise hacerlo en muchas ocasiones por la misma razón, y porque el brillo de tus ojos me hechizaba de una manera que hasta la fecha no puedo explicar. Cuando cantas no me molesta tu voz a pesar de no ser angelical y tampoco es que le preste mucha atención a ese detalle, tu sonrisa es pegajosa en esos momentos y me hace sentir un vuelco en el corazón, tus ronquidos me parecen encantadores. Todas tus imperfecciones son parte de lo que eres, yo te quiero por lo que eres y por eso voy a casarme contigo.
Luego de mis palabras al fin me miró, tenía lágrimas acumuladas en los ojos, por lo que solté su mano para levantarme para rodear la tumba y llegar a su lado.
Me siguió con la mirada y yo en lugar de volver a tomar su mano encajé su rostro en mis manos y con los pulgares sequé sus lágrimas que comenzaban a caer.
Dejé un beso en su frente y luego me aferré a ella en un abrazo que no correspondió al instante, aún así poco a poco se aferraba a mí de la misma forma que yo lo hacía con ella.
Sentí mi hombro mojarse por sus lágrimas pero no me importó, no la solté ni aunque comenzara a hacer frío haciéndose más presente la noche; si es que era posible.
Al cabo de unos segundos yo también solté lágrimas, y lo hice porque me dolía verla así, porque debí hablar con ella antes, porque sentí que también era mi culpa su estado y porque también me dolía el tema por el que ella lloraba.
Permanecimos en el abrazo vario tiempo, que fueron minutos que se sientieron horas.
Luego de eso con un poco de ayuda ella se levantó y juntas fuimos hasta el auto, yo conducí por supuesto.
Llegamos al apartamento y agradecí que la culpable de todo esto no se encontrara aquí.
Damaris, quien ya caminaba por su cuenta pero aún con esfuerzo debido a su ebriedad, iba detrás mío ya que esperaba a que abriera la puerta, creí que se pasaría de largo e iría a su habitación pero no fue así.
Se acercó a mí y estrelló su cuerpo contra el mío. Por la sorpresa tuve problemas para mantener el equilibrio y choqué contra la puerta cerrándola con nuestro peso.
Iba a preguntarle lo que pasaba cuando sin darme oportunidad de decir algo, me tomó del cuello y obligándome a agacharme un poco, impactó sus labios contra los míos.
Era como aquellos que solíamos darnos, tierno e inocente, sin embargo, no tardó en comenzar a mover sus labios sobre los míos.
Una vez que capté el patrón de sus movimientos, sincronicé mis labios con los suyos comenzando una pequeña danza entre ellos.
Pronto la intensidad del mismo subió, yo sujetaba su su cintura tentada a bajar más mientras sentí un cálido tacto recorrer mi torso por debajo de mi camisa.
Nos separamos por falta de aire, y aunque me habría gustado seguir, cuando intentó volver a besarme no se lo permití ya que con un según beso así no podríamos parar después.
-Estás ebria, Damaris -le recordé y ella captando mis intenciones se alejó de mí para tomar asiento en el sillón-. ¿Tú por qué estás aquí? -Pregunté tomando asiento a su lado.
-Aquí vivo -desvió el tema con una pequeña sonrisa.
-Sabes muy bien a qué me refiero -indagué.
Ella cubrió su rostro con ambas manos y lo talló con frustración. Después de un suspiro de su parte, respondió.
-Porque el retorcido plan de mi hermana funcionó, Ads -confesó con la mirada baja-. Me enamoré de ti mucho antes de que pudiera conocerte en persona. Y me sentí terriblemente culpable por enamorarme de la pareja de mi hermana, por eso me mantuve siempre alejada; porque sabía que si te conocía no podría reprimirlo.
Me quedé atónita ante eso, y es que, ¿cómo se supone que debería reaccionar? ¿Qué significa esto o qué se supone que debería decirle?
-¿Y porqué veniste ahora? -cuestioné sin pensar-... ¿Por qué si evitaste esto durante tanto tiempo ahora estás aquí?
-Si lo que realmente me estás preguntando es que si vine buscando una oportunidad contigo aprovechando que Verónica murió, la respuesta es no -aclaró aún sin mirarme-. Vine porque sé lo que es estar solo cuando pierdes a alguien que amas y no quería que pasaras por lo mismo.
-¿Murió alguna ex novia tuya? -me atreví a preguntar quizás imprudentemente por pura inercia a decir verdad, estaba procesando todo aún.
-No. Murió mi padre por cáncer cuando yo tenía once años -explicó-. Antonia vivía lejos y no conocía a Verónica en ese entonces, tampoco tenía amigos y mi mamá siempre estaba trabajando así que no tuve compañía cuando partió.
-¿No tenías amigos? -repetí extrañada. Siempre la tomé por alguien muy extrovertida.
-Nadie quería juntarse con la de las malas calificaciones en la escuela, Ads. Como mencioné antes, no soy muy inteligente -explicó indiferente.
Sentí rabia e impotencia recorrer correr con mi sangre, me parecía mentira eso. Pero lo que más me molestaba es que ella lo creía.
-Alguien que no es muy inteligente no puede tener un doctorado -contradije-. Y tú no solo tienes un doctorado sino también una especialidad.
-Si, porque mi mamá intervino. De no haber sido así no sé que sería de mi vida, intenté ser independente y me despidieron de más empleos de los que puedo contar -debatió. Yo ya no sabía qué decirle, me estaba quedando sin argumentos-. Sé mis defectos, Ads. Sé quién soy y así me amo, es solo que aveces es difícil la idea de que alguien más pueda amarte de esa forma.
No dije nada y la abracé.
Lo hice porque lo necesitaba ella y lo necesitaba yo. Porque en tan solo unos días descubrimos cosas que tal vez preferiríamos jamás haber sabido, y porque teníamos que aceptarlo y aprender a vivir con ello.
La abracé porque la quería y porque ella me quería a mí, la abracé porque yo la necesitaba a ella y ella a mí y la abracé porque al final de cuentas Verónica tuvo la razón.
______________________________
____________________________No tengo nada que decir ésta vez más que gracias, gracias por leer ésta historia hasta este punto, espero que sea del agrado y si no es así, lo siento.
Dejen su opinión y/o teorías del capítulo si es lo que quieren, si no, no.
Cambio y fuera.
ESTÁS LEYENDO
86 días siendo nadie.
RomanceAdelaida quería hacer un verdadero acto de amor por su novia Verónica. Pero no contaba con que la misma ya no estaría más en su vida. Adelaida se queda con el corazón roto y las consecuencias de su acto de amor por 86 días. ¿Qué hará 86 días siend...